«Los ricos y los poderosos,
incluso los chatrias que gobiernan la tierra,
son celosos unos de otros,
insaciables en los placeres sensoriales.
Entre aquellos de naturaleza tan ávida,
que fluyen a lo largo de la corriente de la vida,
¿quién aquí ha renunciado al deseo?
¿Quién en el mundo no es ávido?».
El Buddha contestó:
«Habiendo abandonado su hogar,
a sus hijos, a su ganado y todo lo que amaban,
se ordenaron, habiendo abandonado el ansia y el odio,
habiendo disipado la ignorancia,
los Dignos terminaron con tendencias negativas,
no tienen ansia por el mundo».