Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika.
Más tarde, a altas horas de la noche, una deidad gloriosa, iluminando todo el bosque de Jeta, se acercó al Buddha, se inclinó, se hizo a un lado y recitó estos versos en presencia del Buddha:
«Cuando tu casa está en llamas,
rescatas la olla
que es útil,
no la que se quemó.
Y como el mundo está en llamas
con la vejez y la muerte,
debes rescatar dando,
porque lo que se da es rescatado.
Lo que se da tiene como fruto la felicidad,
pero lo que no se da,
lo toman los bandidos,
o los gobernantes, lo consume el fuego o lo pierde.
Más tarde, al final, este cadáver es desechado,
junto con todas tus posesiones.
Sabiendo esto, una persona inteligente
disfrutaría de lo que tiene y también lo regalaría.
Equilibrando entre consumo y ofrendas,
irá a un lugar celestial y nadie le culpará».