Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika.
Más tarde, la bhikkhunī Āḷavikā se vistió por la mañana y, tomando su cuenco y su túnica, entró en Sāvatthī para pedir limosna. Ella vagaba por limosnas en Sāvatthī. Después de la comida, a su regreso de la ronda de limosnas, se fue al Bosque Oscuro en busca de retiro.
Entonces el Māra el Malvado, queriendo hacer que la bhikkhunī Āḷavikā sintiera miedo, terror y que se le pusiera la carne de gallina, queriendo sacarla del recogimiento, se acercó, y se dirigió a ella en verso:
«No hay escapatoria en el mundo,
entonces, ¿qué hará por ti la soledad?
Disfruta de las delicias del placer sensorial,
no te arrepientas más tarde».
Entonces la bhikkhunī Āḷavikā pensó: «¿Quién está recitando estos versos, un humano o un no humano?».
Luego pensó: «¡Este es Māra el Malvado, queriéndome hacer sentir miedo, terror y que se me ponga la carne de gallina, queriendo hacerme perder el bienestar del recogimiento!».
Entonces Āḷavikā, sabiendo que se trataba del Māra el Malvado, le respondió en verso:
«Hay un escape en el mundo,
y personalmente lo he experimentado con sabiduría.
Oh, Malvado, pariente del negligente,
no conoces ese lugar.
Los placeres sensoriales son como espadas y estacas,
el factor del aferramiento a la existencia son su tajo.
Lo que llamas deleite sensual
no es un deleite para mí».
Entonces el Māra el Malvado, pensando: «¡la bhikkhunī Āḷavikā me conoce!», miserable y triste, desapareció allí mismo.