SN 10.7: Con Punabbasu

En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika. Allí, el Buddha estaba enseñando, alentando, animando e inspirando a los bhikkhus con una charla sobre la Enseñanza sobre Nibbāna. Y esos bhikkhus estaban prestando oídos, concentrados, participando concentrados y prestando respeto.

Más tarde, la madre del yakkha Punabbasu tranquilizó a sus niños pequeños, diciendo:

«¡Silencio, pequeño Uttarā!

¡Silencio, Punabbasu!

Porque quiero escuchar

las Enseñanzas del Maestro, el Buddha supremo.

Dado que el Maestro habló de Nibbāna,

la liberación de todos los lazos,

tengo un amor duradero

por esta Enseñanza.

En este mundo, mi propio hijo es querido,

en este mundo, mi propio esposo es querido,

pero aún más grande que eso es mi amor

por la búsqueda de esta Enseñanza.

Porque ni el hijo ni el marido,

por más queridos que sean, pueden librarte del sufrimiento,

como escuchar la verdadera Enseñanza

libera a los seres del sufrimiento.

En este mundo sumido en el sufrimiento,

encadenado por la vejez y la muerte,

quiero escuchar la Enseñanza

a la que el Buddha despertó

y que te libera de la vejez y la muerte.

¡Así que silencio, Punabbasu!».

Dijo Punabbasu:

«Mamá, no estoy hablando,

y Uttarā también está en silencio.

Concéntrate solo en la Enseñanza,

porque es bueno escuchar la verdadera Enseñanza.

Y es porque no hemos entendido la Enseñanza

por lo que hemos vivido en el sufrimiento, mamá.

Para aquellos que están perdidos, devas y humanos,

él brilla con una luz.

El Buddha, llevando su cuerpo final,

el Sabio enseña la Enseñanza».

La madre dijo:

«¡Es bueno que mi hijo sea tan sabio,

este niño que di a luz y amamanté!

A mi hijo le encanta la Enseñanza pura

del Buddha supremo.

¡Punabbasu, que seas feliz!

Hoy me levanto.

Escúchame también, Uttarā:

¡He visto las nobles verdades!».

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