SN 8.2: Insatisfacción

Hubo un tiempo en que el venerable Vaṅgīsa se hospedaba cerca de Āḷavī, en el monasterio de Aggāḷava, junto con su mentor, el venerable Nigrodhakappa.

Allí, después de que el venerable Nigrodhakappa hubiera terminado su comida, a su regreso de la ronda de limosnas, entraría en contemplación y no emergería por el resto de ese día, o el siguiente.

En ese momento el venerable Vaṅgīsa se sintió insatisfecho, ya que la lujuria infectó su mente.

«¡Esto no es bueno para mí! No es nada bueno que me moleste tanto la insatisfacción y la lujuria. Pero no puedo sentarme aquí y esperar a que alguien más me libere de esta confusión y este deseo. ¡Tengo que intentar hacerlo yo mismo!».

Y así, Vangisa logró liberarse de la insatisfacción y la lujuria. Luego pronunció estos versos:

«Abandonando el descontento y el ansia,

junto con todos los pensamientos de la vida laica,

La maraña de la lujuria ha sido cortada:

La mente del bhikkhu es un claro abierto.

Ya sea en esta tierra o en el cielo,

todo lo que en el mundo está incluido en las qualia se agota,

todo es perecedero,

el sabio ha comprendido esta verdad.

La gente está atada a sus aferramientos,

a lo que se ve, se oye, se siente y se piensa.

Sin nerviosismo, disipa el ansia por estas cosas,

porque el sabio no se aferra a ellas.

Apegada a los sesenta y dos opiniones especulativas

la gente corriente está asentada en principios erróneos,

pero ese bhikkhu no se uniría a una secta

ni pronunciaría un discurso lascivo.

El sabio que deambula bien concentrado,

honesto y sin codicia,

encuentra alivio en el camino de la paz

y porque se extingue, espera su momento».

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