En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika, junto con un gran Saṅgha de 1.250 bhikkhus.
Allí, el Buddha estaba enseñando, alentando, animando e inspirando a los bhikkhus con una charla sobre la Enseñanza sobre Nibbāna. Y esos bhikkhus estaban prestos, dispuestos, participando concentrados y prestando oídos.
Entonces el venerable Vaṅgīsa pensó: «el Buddha está enseñando, animando, alentando e inspirando a los bhikkhus con una charla sobre la Enseñanza sobre Nibbāna. Y esos bhikkhus están prestos, dispuestos, participando concentrados y prestando oídos. ¿Por qué no lo ensalzo en su presencia con los versos apropiados?».
Entonces el venerable Vaṅgīsa se levantó de su asiento, arregló su túnica sobre un hombro, levantó las palmas unidas hacia el Buddha y dijo:
—¡Me siento inspirado para hablar, Maestro! ¡Me siento inspirado para hablar, Maestro!
—Entonces habla como te sientas inspirado —dijo el Buddha.
Entonces Vaṅgīsa ensalzó al Buddha en su presencia con los versos adecuados:
«Más de mil bhikkhus
veneran al Maestro
mientras él enseña la inmaculada Enseñanza,
el Nibbāna, que calma todo temor.
Escuchan la inmaculada Enseñanza
enseñada por el Buddha Plenamente Despierto,
el Buddha se encuentra allí, glorioso
a la cabeza del Saṅgha de los bhikkhus,
Maestro, eres un poderoso elefante,
el séptimo de los sabios.
Eres como una gran nube
que llueve sobre tus discípulos.
Dejé la meditación del día,
por ver al maestro.
Gran héroe, tu discípulo Vaṅgīsa
se inclina a tus pies».
—Vaṅgīsa, ¿habías compuesto previamente estos versos o se te ocurrieron en ese momento?
—Se me ocurrieron en ese momento, Maestro.
—Bueno, Vaṅgīsa, recita algunos versos más inspirados espontáneamente.
—Sí, Maestro —respondió Vaṅgīsa. Luego ensalzó al Buddha con algunos versos más inspirados espontáneamente, no compuestos previamente:
«Habiendo superado el camino tortuoso del Māra
rompiste las barreras de la mente.
Miradle, el liberador de las ataduras, desapegado
analizando la Enseñanza.
Él ha explicado de muchas maneras
el camino para cruzar la corriente.
Los sabios de la Enseñanza permanecen firmes
en lo Inmortal que ha explicado.
El portador de la luz que ha traspasado la verdad
ha visto lo que se encuentra más allá de todos los estados del ser.
Cuando vio y logró esto por sí mismo,
se lo enseñó primero al grupo de los cinco.
Cuando la Enseñanza ha sido tan bien enseñada,
¿cómo podrían ser negligentes aquellos que lo conocen?
Así que, siendo perseverantes, siempre debemos entrenar
respetuosamente las Enseñanzas del Buddha».