Esto he oído.
En cierto momento, uno de los bhikkhus se estaba quedando en un bosque en las tierras de Kosala.
Allí, ese bhikkhu, durante un descanso por el calor, estaba teniendo pensamientos nocivos y perjudiciales relacionados con la vida laica. La deidad que acechaba ese bosque estaba preocupada por ese bhikkhu y quería lo mejor para él. Entonces se acercó a él con la intención de despertarle, y se dirigió a él en verso:
«Entraste en el bosque deseando estar en retiro,
pero tu conciencia vaga hacia las cosas objetivas.
Como persona, debes disipar el ansia por las personas.
Entonces serás feliz, libre de codicia.
Consciente, abandona el descontento,
déjame recordarte el camino del bien.
El abismo polvoriento es tan difícil de cruzar,
no dejes que el polvo sensual te arrastre hacia abajo.
De la misma manera que el pájaro se sacude
El polvo y la arena que se ha posado entre las plumas,
así también un bhikkhu enérgico y consciente
arroja ese pegajoso polvo con una sacudida».
Impulsado por esa deidad, ese bhikkhu sintió una sensación de urgencia.