En cierto momento, uno de los bhikkhus se estaba quedando en un bosque en las tierras de Kosala.
Allí, ese bhikkhu había estado pasando demasiado tiempo recitando. Pero algún tiempo después se abandonó a la pasividad y al silencio. Sin escuchar la Enseñanza, la deidad que acechaba ese bosque se acercó a ese bhikkhu y se dirigió a él en verso:
«Bhikkhu, ¿por qué no recitas pasajes de la Enseñanza,
conviviendo con otros bhikkhus?
Cuando escuchas la Enseñanza crece la confianza,
y el recitador es alabado en la vida presente».
El Bhikkhu contestó:
«Solía entusiasmarme con los pasajes de la Enseñanza,
pero comprendí el desapasionamiento.
Luego al comprenderlo, que los buenos llaman el reposo
al comprender completamente todo lo que se ve, se oye y se piensa».