SN 12.18: Con Timbaruka

En Sāvatthī.

Entonces, el bhikkhu Timbaruka se acercó al Buddha e intercambió saludos con él. Cuando terminaron los saludos y la conversación de cortesía, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:

—Bueno, Maestro Gotama, ¿el placer y el dolor son producidos por uno mismo?

—No es así, Timbaruka —dijo el Buddha.

—¿Entonces el placer y el dolor son producidos por otro?

—No es así, Timbaruka —dijo el Buddha.

—Bueno, ¿el placer y el dolor son producidos por uno mismo y por otro?

—No es así, Timbaruka —dijo el Buddha.

—Entonces, ¿el placer y el dolor surgen por casualidad, no por uno mismo o por otro?

—No es así, Timbaruka —dijo el Buddha.

—Entonces, ¿no existe ni el placer ni el dolor?

—No es que no exista el placer y el dolor. El placer y el dolor son reales.

—Entonces el Maestro Gotama no conoce ni ve el placer y el dolor.

—No es que no sepa o no vea placer y dolor. Conozco el placer y el dolor, veo el placer y el dolor.

—Maestro Gotama, cuando se te hacen estas preguntas, dice «no es así». Sin embargo, dices que existe el placer y el dolor. Y dices que conoces el placer y el dolor, y ves placer y dolor. ¡Señor, explícame el placer y el dolor! ¡Enséñame acerca del placer y el dolor!

—Supongamos que el que actúa es el mismo que el que experimenta las consecuencias. Entonces, para alguien que ha existido desde el principio, el placer y el dolor están producidos por uno mismo. No digo esto. Supongamos que es uno el que actúa y es otro el que experimenta las consecuencias, es decir, la identidad personal no es la misma cuando se actúa que cuando se experimentan los resultados de las propias acciones. No digo esto. Evitando estos dos extremos, el Tathāgata enseña por el camino medio: «la ignorancia es una condición para la condicionalidad. La condicionalidad es la condición para la vida. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento. Cuando la ignorancia se desvanece y cesa sin dejar rastro, cesa la condicionalidad. Cuando cesa la condicionalidad, cesa la vida… Así es como cesa toda esta masa de sufrimiento».

Cuando dijo esto, el bhikkhu Timbaruka le dijo al Buddha:

—¡Excelente, Maestro! ¡Excelente! Me refugio en el Maestro Gotama, en la Enseñanza y en el Saṅgha de los bhikkhus. A partir de este día, que el Maestro Gotama me recuerde como un seguidor laico que se ha refugiado de por vida.

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