En Sāvatthī.
—Hay cosas que son adictivas. Cuando se engendran las ventajas que brindan estas cosas, el ansia aumenta. El ansia es la condición para el aferramiento. El aferramiento es la condición para la existencia. La existencia es la condición para el renacimiento. El renacimiento es la condición para la vejez y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia por venir. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento.
Supongamos que una lámpara de aceite que depende del aceite y de una mecha para quemar. Si de vez en cuando alguien echa aceite y ajusta la mecha, impulsada y sostenida por esto, la lámpara de aceite arderá durante mucho tiempo.
De la misma forma, hay cosas que son adictivas. Cuando se engendran las ventajas que brindan estas cosas, el ansia aumenta. El ansia es la condición para el aferramiento. El aferramiento es la condición para la existencia. La existencia es la condición para el renacimiento. El renacimiento es la condición para la vejez y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia por venir. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento.
Hay cosas que son adictivas. Cuando se engendran los inconvenientes de estas cosas, el ansia cesa. Cuando cesa el ansia, cesa el aferramiento. Cuando cesa el aferramiento, cesa la existencia. Cuando cesa la existencia, cesa el renacimiento. Cuando cesa el renacimiento, cesan la vejez y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia. Así cesa toda esta masa de sufrimiento.
Supongamos que una lámpara de aceite que depende del aceite y de una mecha para quemar. Si nadie vierte aceite ni ajusta la mecha de vez en cuando, a medida que se agota el combustible original y no se agrega más, la lámpara de aceite se apagará por falta de combustible.
De la misma forma, hay cosas que son adictivas. Cuando se engendran los inconvenientes de estas cosas, el ansia cesa. Cuando cesa el ansia, cesa el aferramiento… Así es como cesa toda esta masa de sufrimiento.