SN 12.60: Fuentes

En cierto momento, el Buddha se encontraba en la tierra de los kurus, cerca de la ciudad de Kuru llamada Kammāsadamma. Entonces el venerable Ānanda se acercó al Buddha, se inclinó, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:

—¡Es increíble, Maestro! Es asombroso, en el sentido de que esta origen dependiente es profunda y parece profunda, sin embargo, a mí me parece tan simple como puede ser.

—¡No es así, Ānanda! ¡No es así, Ānanda! Esta origen dependiente es profunda y parece profunda. Es por no entender y no penetrar esta Enseñanza que esta población se ha enredado como una cuerda, anudada como una madeja de hilo y enmarañada como varas y juncos, y no escapa a los lugares de pérdida, a los malos lugares, a los planos de sufrimiento, a la transmigración.

Hay cosas que tienden al aferramiento. Cuando se engendran las ventajas que brindan estas cosas, el ansia aumenta. El ansia es la condición para el aferramiento. El aferramiento es la condición para la existencia. La existencia es la condición para el renacimiento. El renacimiento es la condición para la vejez y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia por venir. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento.

Supongamos que hubiera un gran árbol. Y sus raíces, que van hacia abajo y atraviesan la tierra, atraen la savia hacia arriba. Impulsado y sostenido por eso, el gran árbol permanecerá en pie durante mucho tiempo.

Del mismo modo, hay cosas que tienden al aferramiento. Cuando se engendran las ventajas que brindan estas cosas, el ansia aumenta. El ansia es la condición para el aferramiento. El aferramiento es la condición para la existencia. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento.

Hay cosas que tienden al aferramiento. Cuando se engendran los inconvenientes de estas cosas, el ansia cesa. Cuando cesa el ansia, cesa el aferramiento. Cuando cesa el aferramiento, cesa la existencia. Así cesa toda esta masa de sufrimiento.

Supongamos que hubiera un gran árbol. Luego viene una persona con una pala y una canasta. Corta el árbol por las raíces, lo desentierra y le arranca las raíces hasta las fibras y los tallos. Corta el árbol, corta las partes y lo parte en astillas. Seca las astillas al viento y al sol, las quema en la lumbre y las reduce a cenizas. Luego arroja las cenizas con un viento fuerte o una corriente rápida las arrastra. De esta manera, el gran árbol cortado de raíz, se trunca como un tocón de palma, se destruye y no puede surgir en el futuro.

Del mismo modo, hay cosas que tienden al aferramiento. Cuando se engendran los inconvenientes de estas cosas, el ansia cesa. Cuando cesa el ansia, cesa el aferramiento. Cuando cesa el aferramiento, cesa la existencia. Cuando cesa la existencia, cesa el renacimiento. Cuando cesa el renacimiento, cesan la vejez y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia. Así es como cesa toda esta masa de sufrimiento.

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