Cerca de Rājagaha, en la Arboleda de los Bambús, en el comedero de las ardillas. Allí, el príncipe Ajātasattu iba con quinientos carros por la mañana y por la noche para asistir a Devadatta, presentándole una ofrenda de quinientas porciones de comida.
Más tarde, varios bhikkhus se acercaron al Buddha, se inclinaron, se sentaron a un lado y le dijeron:
—Señor, el príncipe Ajātasattu va con quinientos carros por la mañana y por la noche para atender a Devadatta, presentándole una ofrenda de quinientas porciones de comida.
—Bhikkhus, no envidiéis las posesiones, el honor y la popularidad de Devadatta. Mientras el príncipe Ajātasattu vaya con quinientos carros por la mañana y por la noche para asistir a Devadatta, presentándole una ofrenda de quinientas porciones de comida, Devadatta puede esperar una disminución, no un crecimiento, en sus facultades.
Si la bilis saliera de la nariz de un perro salvaje, se volvería aún más salvaje. De la misma manera, mientras el príncipe Ajātasattu vaya con quinientos carros por la mañana y por la noche para asistir a Devadatta, presentándole una ofrenda de quinientas porciones de comida, Devadatta puede esperar una disminución, no un crecimiento, en sus facultades.