Esto he oído.
Hubo un tiempo en que el Buddha se alojaba en la tierra de los sākkas, donde tienen un pueblo llamado Devadaha. Más tarde, varios bhikkhus que se dirigían hacia el oeste se acercaron al Buddha, se inclinaron, se sentaron a un lado y le dijeron:
—Señor, deseamos ir a tierras occidentales para instalarnos allí.
—Pero bhikkhus, ¿habéis consultado con Sāriputta?
—No, Maestro, no lo hemos hecho.
—Debéis consultar con Sāriputta. Es sabio y apoya a sus compañeros bhikkhus.
—Sí, Maestro —respondieron.
Allí, el venerable Sāriputta estaba contemplando no lejos del Buddha en un grupo de arbustos de la tiña.
Luego esos bhikkhus aprobaron y estuvieron de acuerdo con lo que dijo el Buddha. Se levantaron de su asiento, hicieron una reverencia y respetuosamente rodearon al Buddha, manteniéndolo a su derecha. Luego se acercaron al venerable Sāriputta e intercambiaron saludos con él.
Cuando terminaron los saludos y la conversación de cortesía, se sentaron a un lado y le dijeron:
—Venerable Sāriputta, deseamos ir a tierras occidentales para instalarnos allí. Hemos consultado con el Maestro.
—Venerables, hay quienes preguntan a un bhikkhu que ha ido al extranjero, chatrias sabios, brahmanes, cabezas de familia y ascetas, porque la gente versada es curiosa: «¿Pero qué es lo que enseña su Maestro, venerable? ¿Qué explica?».
Confío en que hayáis escuchado, aprendido, asistido y recordado adecuadamente las Enseñanzas y las hayáis penetrado con sabiduría. De esa manera, al responder, repetiréis lo que el Buddha ha dicho y no lo tergiversaréis con falsedades. Explicareis de acuerdo con la Enseñanza, sin caer en motivos justificados para reprimendas y críticas.
—Venerable, viajaríamos un largo camino para aprender el significado de esta declaración por el venerable Sāriputta. Que el mismo venerable Sāriputta aclare el significado de esto.
—Bueno, venerables, escuchad y prestad mucha atención, hablaré.
—Sí, venerable —respondieron. Sāriputta dijo esto:
—Venerables, hay quienes preguntan a un bhikkhu que ha ido al extranjero, chatrias sabios, brahmanes, cabezas de familia y ascetas, porque la gente versada es curiosa: «¿Pero qué enseña el Maestro de los venerables? ¿Qué explica?». Cuando os pregunten así, venerables, debéis responder: «Venerable, nuestro Maestro explicó la eliminación del ansia y la lujuria».
Cuando respondáis así, las personas versadas pueden preguntar más: «¿Pero con respecto a qué explica el maestro de los venerables la eliminación del ansia y la lujuria?». Cuando os pregunten así, venerables, debéis responder: «Nuestro Maestro explica la eliminación del ansia y la lujuria por las qualia, por la reacción emocional, por la percepción, por la situación condicional y por la cognición».
Cuando respondáis así, la gente versada puede preguntar más: «Pero, ¿qué inconveniente ha visto para que enseñe a eliminar el ansia y la lujuria por las qualia, por la reacción emocional, por la percepción, por la situación condicional y por la cognición?». Cuando os pregunten así, venerables, debéis responder: «si no estáis libres del ansia, de la avidez, del ansia, de la sed, de la pasión y de la apetencia por las qualia, cuando esas qualia se descomponen y perecen, dan lugar a la tristeza, la lamentación, el dolor, ansiedad y angustia. Este es el inconveniente que nuestro Maestro ha visto, por lo que enseña a eliminar el ansia y la lujuria por las qualia, por la reacción emocional, por la percepción, por la situación condicional y por la cognición».
Cuando respondáis de esta manera, las personas versadas pueden preguntar más: «¿Pero qué beneficio ha visto para que enseñe a eliminar el ansia y la lujuria por las qualia, por la reacción emocional, por la percepción, por la situación condicional y por la cognición?». Cuando os pregunten así, venerables, debéis responder: «Si os deshacéis del ansia, el deseo, el cariño, la sed, la pasión y el gusto por las qualia, cuando esas qualia se descomponen y perecen, no dan lugar a la tristeza, lamentación, el dolor, ansiedad y angustia. Si os deshacéis del ansia, el deseo, el cariño, la sed, la pasión y el gusto por las reacciones emocionales… por la percepción… por la situación condicional… por la cognición, cuando esa cognición decaiga y perezca, no da lugar a tristeza, lamentación, dolor, ansiedad y angustia. Este es el beneficio que nuestro Maestro ha visto que enseña a eliminar el ansia y la lujuria por las qualia, por la reacción emocional, por la percepción, por la situación condicional y por la cognición».
Si aquellos que adquirieron y mantuvieron vicios, vivieran felices en la vida presente, libres de angustia, ansiedad e inquietud, y si, cuando su cuerpo se rompa, después de la muerte, pudieran esperar ir a un buen lugar, el Buddha no elogiaría el abandono de los vicios. Pero como los que adquieren y conservan vicios viven infelices en la vida presente, llenos de angustia, ansiedad e inquietud, y dado que, cuando su cuerpo se rompa, después de la muerte, pueden esperar ir a un mal lugar, el Buddha elogia renunciar a los vicios.
Si aquellos que abrazaron y mantuvieron cualidades meritorias vivieran infelices en la vida presente, llenos de angustia, ansiedad e inquietud, y si, cuando su cuerpo se rompa, después de la muerte, pudieran esperar ir a un mal lugar, el Buddha no elogiaría la aceptación de las cualidades meritorias. Pero como aquellos que abrazan y mantienen cualidades meritorias viven felices en la vida presente, libres de angustia, ansiedad e inquietud, y dado que, cuando su cuerpo se rompa, después de la muerte, pueden esperar ir a un buen lugar, el Buddha alaba abrazar las cualidades meritorias.
Esto es lo que dijo el venerable Sāriputta. Satisfechos, los bhikkhus estaban contentos con lo que dijo Sāriputta.