Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Rājagaha, en la Arboleda de los Bambús, el comedero de las ardillas. Allí, el Buddha se dirigió a los bhikkhus:.
—Bhikkhus, todo está oprimido.
—¿Y qué es todo lo que está oprimido?
El ojo está oprimido. Las imágenes están oprimidas. El contacto visual está oprimido. Las qualia visuales están oprimidas. También está oprimida la reacción emocional desagradable, agradable o indiferente que surge condicionada por las qualia visuales.
—¿Oprimidos por qué?
—Oprimidos por los fuegos del ansia, la aversión y de la ignorancia. Oprimidos por el renacimiento, la vejez y la muerte, por el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia.
La oreja… la nariz… la lengua… el cuerpo… el intelecto están oprimidos. Las ideas están oprimidas. El contacto mental está oprimido. Los pensamientos están oprimidos. También están oprimidas las reacciones emocionales desagradables, agradables o indiferentes que surgen condicionadas por los pensamientos.
—¿Oprimidos por qué?
—Oprimidos por el ansia, la aversión y la ignorancia. Oprimidos por el renacimiento, la vejez y la muerte, por el dolor, el lamento, el sufrimiento, la tristeza y la angustia.
Al ver esto, un discípulo de los nobles entrenado se desilusiona con los ojos, con las imágenes, con el contacto visual y con las qualia visuales. Y se desilusiona con la reacción emocional desagradable, agradable o indiferente que surge condicionada por las qualia visuales.
Se desilusiona con el oído… con la nariz… con la lengua… con el cuerpo… con el intelecto… con la reacción emocional desagradable, agradable o indiferente que surgen condicionadas por los pensamientos. Al estar desilusionado, el ansia se desvanece. Cuando el ansia se desvanece, se libera. Cuando está liberado, sabe que está liberado.
Entiende: «El renacimiento se ha terminado, la vida de renuncia se completó, se hizo lo que tenía que hacer, no hay retorno a ningún estado de existencia».