Entonces el cabeza de familia Anathapiṇika se acercó al Buddha, se inclinó, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:
—¿Cuántas clases de personas en el mundo son dignas de ofrendas? ¿Y dónde se debe dar la ofrenda?
—Cabeza de familia, hay dos tipos de personas en el mundo que son dignas de ofrendas: quien está entrenado y quien está siendo entrenado. Estos son dos tipos de personas en el mundo que son dignas de ofrendas, y ahí es donde debes dar la ofrenda.
Eso fue lo que dijo el Buddha. Entonces el Bendito, el Maestro, continuó diciendo:
«En este mundo, quien está entrenado
y quien está siendo entrenado
son dignos de las ofrendas
de aquellos que patrocinan los sacrificios.
Son rectos en cuerpo, habla y mente.
Este es el lugar adecuado
para los patrocinadores del sacrificio;
lo que aquí se da es muy fructífero».