Hubo un tiempo en que el Buddha se encontraba en la tierra de los sākkas, cerca de Kapilavatthu en el Monasterio del Baniano. Luego, en el día de fiesta, varios seguidores laicos sākkas se acercaron al Buddha, se inclinaron y se sentaron a un lado.
El Buddha les dijo:
—Sākkas, ¿observáis el día de fiesta con sus ocho factores?
—Señor, a veces lo hacemos, a veces no.
—Esa es vuestra pérdida, sākkas, es vuestra desgracia. En esta vida, con su miedo al dolor y a la muerte, a veces guardáis el día de fiesta y otras no. ¿Qué opináis, sākkas?
Tomemos el caso de un hombre que gana media kahapana por un día de trabajo honesto. ¿Es esto suficiente para llamarlo un hombre hábil y trabajador?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, sākkas?
Tomemos el caso de un hombre que gana un kahapana por un día de trabajo honesto. ¿Es esto suficiente para llamarlo un hombre hábil y trabajador?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, sākkas?
Tomemos el caso de un hombre que, por un día de trabajo honesto, gana dos kahapanas… tres kahapanas… cuatro kahapanas… cinco kahapanas… Seis kahapanas… siete kahapanas… ocho kahapanas… nueve kahapanas… diez kahapanas… veinte kahapanas… treinta kahapanas… cuarenta kahapanas… cincuenta kahapanas… cien kahapanas. ¿Es esto suficiente para llamarlo un hombre hábil y trabajador?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, sākkas?
Supongamos que el hombre gana cien o mil kahapanas cada día y lo ahorra todo. Si viviera durante cien años, ¿no acumularía una gran masa de riqueza?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, sākkas?
¿Ese hombre, a causa de esa riqueza, experimentaría la felicidad perfecta por un solo día o una sola noche, o incluso medio día o media noche?
—No, señor.
—¿Por qué razón?
—Porque los placeres sensoriales, señor, son perecederos, huecos, falsos y engañosos.
—Pero tomemos el caso de uno de mis discípulos que viva diligente, entusiasta y resuelto durante diez años, practicando de acuerdo con mis instrucciones. Puede experimentar la felicidad perfecta durante cien años, diez mil años o cien mil años. Y podría volverse uno que retorna una sola vez o uno que no retorna, o una entrada en la corriente garantizada.
Y mucho menos de diez años. Tomemos el caso de uno de mis discípulos que vive diligente, entusiasta y resuelto durante nueve años… ocho años… siete años… Seis años… cinco años… cuatro años… tres años… dos años… un año… diez meses… nueve meses… ocho meses… siete meses… seis meses… cinco meses… cuatro meses… tres meses… dos meses… un mes… quince días… diez días… nueve días… ocho días… siete días… seis días… cinco días… cuatro días… tres días… dos días…
Y mucho menos de dos días. Tomemos el caso de uno de mis discípulos que vive diligente, entusiasta y resuelto por un día, practicando de acuerdo con mis instrucciones. Puede experimentar la felicidad perfecta durante cien años, diez mil años o cien mil años. Y podría volverse uno que retorna una sola vez o uno que no retorna, o una entrada en la corriente garantizada.
Es vuestra pérdida, sākkas, es vuestra desgracia. En esta vida con su miedo al dolor y la muerte, a veces guardáis el día de fiesta y otras no.
—Bueno, señor, a partir de este día observaremos el día de fiesta con sus ocho factores.
