Acerca de. Las enseñanzas de Buda han permanecido intactas durante siglos porque fueron codificadas en pāli, un idioma creado específicamente para este propósito, utilizando un sistema muy elaborado de redundancia. No se usó un lenguaje natural porque cambiaría con el tiempo y el mensaje se empeoraría. Por la misma razón, no había un diccionario adjunto. Es una maravillosa cápsula del tiempo lanzada hacia el futuro a la espera de que alguien la decodifique.
Los lenguajes artificiales, como el morse, asignan una palabra a cada concepto sin variaciones. El código completo tiene 1.453.000 palabras que se reparten en 167.800 líneas y éstas en 64.800 párrafos. La redundancia es constante, de forma que cada palabra tendrá un gran número de ocurrencias en muy diferentes contextos.
Para descodificar los textos, es necesario conocer todos los significados disponibles para cada palabra. Esto incluye no solo las traducciones parciales previas, sino también las palabras sánscritas equivalentes y sus usos. Además, es importante tener en cuenta los agamas paralelos escritos en chino antiguo, si están disponibles.
Se sustituyen las palabras por diferentes significados hasta encontrar uno que encaje en todas las ocurrencias. Y el milagro se da, porque siempre se encuentra. Y, además, ese significado ya no servirá para ninguna otra palabra.
El secreto del pāli es que es biunívoco, como es lo esperable de cualquier lengua artificial. Por lo tanto, solo se puede traducir si se descodifican todos los textos de forma sinóptica, y esta es la primera vez que se hace. El texto fue traducido al español, ya que es una lengua muy rica en matices, para no perder ningún detalle.
Estos textos místicos solo se pueden entender perfectamente cuando se tiene maestría en la práctica correcta.
El gran secreto del que ha guardado durante milenios es que sus más de 7.2 millones de caracteres codifican un mensaje único y coherente que apunta hacia la iluminación.