Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha estaba vagando por la tierra de los kosalanos junto con un gran Saṅgha de bhikkhus. En ese momento, una brahmana llamada Dhanañjānī residía en Caṇḍalakappa. Tenía una gran fe en el Buddha, en la enseñanza y en el Saṅgha. Una vez, tropezó y se sintió inspirada a exclamar tres veces:
—¡Homenaje a ese Bendito, el Digno, el Buddha plenamente despierto! ¡Homenaje a ese Bendito, al Digno, al Buddha plenamente despierto! ¡Homenaje a ese Bendito, el Digno, el Buddha plenamente despierto!
En ese momento, el joven brahmán Saṅgārava residía en Caṇḍalakappa. Era joven, recién tonsurado, tenía dieciséis años. Conocía los tres Vedas por dentro y por fuera, y podía explicar e interpretar cada palabra y cada ritual en ellos. Podía analizar todos los problemas gramaticales y fonéticos en ellos, y estaba familiarizado con todo el material histórico y legendario que le pertenecía. También tenía pleno conocimiento de las características tradicionales de un gran hombre.
Al escuchar la exclamación de Dhanañjānī, le dijo:
—¡La brahmana llamada Dhanañjānī es una desgracia! Aunque haya brahmanes que dominan los tres Vedas, ella alaba a ese rapado, a ese falso asceta.
—Pero querido mío, no comprendes la ética y la sabiduría del Buddha. Si lo hicieras, nunca pensarías en abusar de él o insultarlo.
—Bien, entonces, señora, avíseme cuando el Buddha llegue a Caṇḍalakappa.
—Lo haré, querido —respondió ella.
Y luego el Buddha, vagó por las tierras de Kosala, llegando a Caṇḍalakappa, donde permaneció en el Bosque de Mangos de los brahmanes de Todeyya.
Dhanañjānī escuchó que había llegado. Así que fue al joven brahmán Sangarava y le dijo:
—Ahora el Maestro ha venido a Cañcalikappa, mi erudito amigo, y vive en el bosque de mangos del Brahman Todeyya. Entonces depende de ti lo que quieras hacer.
—Sí, señora —respondió Saṅgārava. Se acercó al Buddha e intercambió saludos con él. Cuando terminaron los saludos y la conversación cortés, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:
—Maestro Gotama, hay algunos ascetas y brahmanes que afirman haber dominado los fundamentos de la vida de renuncia habiendo alcanzado la perfección y la consumación de la episteme en la vida presente. ¿Cuál es su posición con respecto a esto?
—Digo que hay una diversidad entre aquellos que afirman haber dominado los fundamentos de la vida de renuncia habiendo alcanzado la perfección y la consumación de la episteme en la vida presente. Hay algunos ascetas y brahmanes que son transmisores orales. A través de la transmisión oral, afirman haber dominado los fundamentos de la vida de renuncia. Por ejemplo, los brahmanes que dominan los tres Vedas. Hay algunos ascetas y brahmanes que, únicamente por la mera fe, afirman haber dominado los fundamentos de la vida de renuncia. Por ejemplo, aquellos que confían en la lógica y la indagación. Hay algunos ascetas y brahmanes que, habiendo conocido directamente por sí mismos el principio relativo a las enseñanzas no aprendidas antes de otro, afirman haber dominado los fundamentos de la vida de renuncia. Soy uno de esos.
Antes de mi iluminación, cuando aún era un bodhisatta, pero esforzándome en iluminarme, pensé: «Vivir en una casa es estrecho y sucio, pero la vida de alguien que se ha ido está muy abierta. No es fácil para alguien que vive en casa llevar una vida de renuncia completamente plena y pura, como una cáscara pulida. ¿Por qué no me afeito el pelo y la barba, me visto con túnicas de color rojo amarillento y paso de la vida hogareña a la vida sin hogar?».
Algún tiempo después, mientras todavía era joven, mi cabello negro como el carbón, poseído de una radiante juventud, en la flor de mi vida, aunque mis padres estaban reacios lloraron y se lamentaros, me cortaron mi pelo y mi barba, me pusieron las ropas amarillas, salí de mi casa a la vivir la vida sin hogar.
Una vez que renuncié, me dispuse a descubrir lo saludable, buscando el estado supremo de paz sublime. Me acerqué a Āḷāra el Kālāma. Habiéndome acercado, le hablé así a Āḷāra el Kālāma:
—Yo, venerable Kālāma, quiero tomar los votos en esta práctica y disciplina.
Āḷāra el Kālāma me habló así:
—Que el venerable proceda. Esta práctica es tal que una persona sensata puede en poco tiempo experimentar la doctrina de su propio maestro con sus propias habilidades paranormales y vivir habiéndola logrado.
Así que, brahmán, muy pronto, muy rápidamente, dominé esta práctica.
Yo, brahmán, en lo que respecta a la recitación oral y la repetición de lo aprendido, hablé con el conocimiento y la autoridad de los ancianos y era consciente, tanto yo como los otros, de que «lo sé, lo veo».
Entonces se me ocurrió, brahmán: «No es únicamente por mera fe que Āḷāra el Kālāma declara: “Me doy cuenta de esta enseñanza con mis propias habilidades paranormales y vivo habiéndola logrado”».
Entonces, brahmán, me acerqué a Āḷāra el Kālāma. Habiéndome acercado, le hablé así a Āḷāra el Kālāma:
—Venerable Kālāma, ¿hasta qué punto dices que ha realizado esta enseñanza con tus propias habilidades paranormales?
Cuando dije esto, brahmán, Āḷāra el Kālāma declaró la dimensión de ningún lugar.
Entonces se me ocurrió, brahmán:
«No es solo Āḷāra el Kālāma quien tiene fe, yo también tengo fe. No solo Āḷāra el Kālāma tiene energía, yo la tengo también. No es solo Āḷāra el Kālāma quien tiene memoria, yo también la tengo. No es solo Āḷāra el Kālāma quien tiene concentración, yo también la tengo. No es solo Āḷāra el Kālāma quien tiene sabiduría, yo también tengo sabiduría.
Pongamos que ahora me esfuerzo en la realización de esa práctica que Āḷāra el Kālāma proclama: “Me doy cuenta de esta enseñanza con mis propias habilidades paranormales y vivo habiéndola logrado”».
Así que, brahmán, muy pronto, en muy poco tiempo, me di cuenta de esa enseñanza con mis propias habilidades paranormales y viví habiéndolo logrado.
Entonces, brahmán, me acerqué a Āḷāra el Kālāma. Habiéndome acercado, le hablé así:
—Venerable Kālāma, ¿has realizado esta práctica con tus propias habilidades paranormales hasta este nivel y declaras haberlo logrado?
—Lo declaro.
—Yo también, venerable, he realizado esta práctica con mis propias habilidades paranormales hasta este nivel y permanezco habiéndolo logrado.
—¡Somos afortunados, venerable, muy afortunados, de tener a un venerable como tú siendo uno de nuestros compañeros renunciantes! así, la práctica que realicé con mis propias habilidades paranormales, y declaro haberla logrado, la has realizado con tus propias habilidades paranormales, y vives habiéndola logrado. La enseñanza que has realizado con tus propias habilidades paranormales, y habías vivido habiéndola alcanzado, yo la había realizado con mis propias habilidades paranormales, y declaro haberla logrado.
Así, la enseñanza que yo sé, tú la sabes, y la enseñanza que tú sabes, yo la sé. Yo soy como tú y tú eres como yo. Ven ahora, venerable, ambos deberíamos liderar esta comunidad juntos.
De esta manera, brahmán, Āḷāra el Kālāma, siendo mi maestro, me puso a mí, su discípulo, al mismo nivel que él y me honró con el más alto honor.
Entonces se me ocurrió, brahmán: «esta enseñanza no conduce a la desilusión, el desapasionamiento, la cesación, la paz, la comprensión, al despertar y a Nibbāna. Solo lleva hasta el renacimiento en la dimensión de ningún lugar».
Así que, brahmán, no teniendo bastante con esta práctica, la ignoré y, decepcionado, me alejé de ella.
Entonces, brahmán, siendo un buscador de lo que es saludable, buscando el estado supremo de paz sublime, me acerqué a Uddaka, el hijo de Rāma, Habiéndome acercado, le hablé así a Uddaka, el hijo de Rāma:
—Yo, venerable, quiero tomar los votos en esta práctica y disciplina.
Dicho esto, brahmán, Uddaka, el hijo de Rāma, me habló así:
—Que el venerable proceda. Esta práctica es tal que una persona sensata puede en poco tiempo experimentar la doctrina de su propio maestro con sus propias habilidades paranormales y vivir habiéndola logrado.
Así que, brahmán, muy pronto, muy rápidamente, dominé esta práctica.
Yo, brahmán, en lo que respecta a la recitación oral y la repetición de lo aprendido, hablé con el conocimiento y la autoridad de los ancianos y era consciente, tanto yo como los otros, de que «lo sé, lo veo».
Entonces se me ocurrió, brahmán: «No es únicamente por mera fe que Uddaka, el hijo de Rāma declara: “Me doy cuenta de esta enseñanza con mis propias habilidades paranormales y vivo habiéndola logrado”».
Entonces, brahmán, me acerqué a Uddaka, el hijo de Rāma. Habiéndome acercado, le hablé así a Uddaka, el hijo de Rāma:
—Venerable Kālāma, ¿hasta qué punto dices que ha realizado esta enseñanza con tus propias habilidades paranormales?
Cuando dije esto, brahmán, Uddaka, el hijo de Rāma, declaró la dimensión de la ausencia de los factores de aferramiento a la existencia.
Entonces se me ocurrió, brahmán:
«No es solo Uddaka quien tiene fe, yo también tengo fe. No solo Uddaka tiene energía, yo la tengo también. No es solo Uddaka quien tiene memoria, yo también la tengo. No es solo Uddaka quien tiene concentración, yo también la tengo. No es solo Uddaka quien tiene sabiduría, yo también tengo sabiduría.
Pongamos que ahora me esfuerzo en la realización de esa práctica que Uddaka proclama: “Me doy cuenta de esta enseñanza con mis propias habilidades paranormales y vivo habiéndola logrado”».
Así que, brahmán, muy pronto, en muy poco tiempo, me di cuenta de esa enseñanza con mis propias habilidades paranormales y viví habiéndolo logrado.
Entonces, brahmán, me acerqué a Uddaka, el hijo de Rāma. Habiéndome acercado, le hablé así:
—Venerable Uddaka, ¿has realizado esta práctica con tus propias habilidades paranormales hasta este nivel y declaras haberlo logrado?
—Lo declaro.
—Yo también, venerable, he realizado esta práctica con mis propias habilidades paranormales hasta este nivel y permanezco habiéndolo logrado.
—¡Somos afortunados, venerable, muy afortunados, de tener a un venerable como tú siendo uno de nuestros compañeros renunciantes! así, la práctica que realicé con mis propias habilidades paranormales, y declaro haberla logrado, la has realizado con tus propias habilidades paranormales, y vives habiéndola logrado. La enseñanza que has realizado con tus propias habilidades paranormales, y habías vivido habiéndola alcanzado, yo la había realizado con mis propias habilidades paranormales, y declaro haberla logrado.
Así, la enseñanza que yo sé, tú la sabes, y la enseñanza que tú sabes, yo la sé. Yo soy como tú y tú eres como yo. Ven ahora, venerable, ambos deberíamos liderar esta comunidad juntos.
De esta manera, brahmán, Uddaka, el hijo de Rāma, siendo mi maestro, me puso a mí, su discípulo, al mismo nivel que él y me honró con el más alto honor.
Entonces se me ocurrió, brahmán: «esta enseñanza no conduce a la desilusión, el desapasionamiento, la cesación, la paz, la comprensión, al despertar y a Nibbāna. Solo lleva hasta el renacimiento en la dimensión de ningún lugar».
Así que, brahmán, no teniendo bastante con esta práctica, la ignoré y, decepcionado, me alejé de ella.
Entonces, brahmán, siendo un buscador de lo que es saludable, buscando el estado supremo de paz sublime, deambulando etapa por etapa por las tierras de Magadha, llegué a Senanigama cerca de Uruvelā, un asentamiento provisional. Allí llegué a una encantadora extensión de tierra con una hermosa arboleda y un río que fluye claro con un vado delicioso, y un pueblo cercano para la manutención.
Se me ocurrió, brahmán:
«¡Claro que sí! es una encantadora extensión de tierra, y la arbolado es hermosa, y el río fluye claro con un vado delicioso, y hay un pueblo cerca para la manutención. ¡Sí, cómo no! Esto sirve perfectamente para el entrenamiento de un joven empeñado en el esfuerzo».
Así que, brahmán, me senté allí, pensando: «¡Claro que sí! Este lugar sirve para entrenarme».
Y luego se me ocurrieron estos tres ejemplos, que no fueron inspirados sobrenaturalmente ni aprendidos antes en el pasado.
«Supongamos que hay un tronco verde lleno de savia que yace en el agua. Entonces viene una persona con un taladro pensando en encender fuego y producir calor».
¿Qué opinas, brahmán? Al perforar el palo contra ese tronco verde y lleno de savia que yace en el agua, ¿podría encender un fuego y producir calor?
—No, Maestro Gotama.
—¿Por qué no?
—Porque es un tronco verde lleno de savia y yace en el agua. Esa persona seguramente se va a desgastar en vano.
—De la misma manera, hay ascetas y brahmanes que no viven apartados en cuerpo y mente de los placeres sensoriales. No han renunciado o anulado subjetivamente el ansia, la afección, el engreimiento, el enamoramiento, el ansia y la pasión por los placeres sensoriales. Independientemente de si sienten o no sensaciones dolorosas, penetrantes, severas y agudas debido al sobreesfuerzo, son incapaces de lograr la episteme, del incomparable autodespertar.
Este fue el primer ejemplo que se me ocurrió.
Entonces se me ocurrió un segundo ejemplo.
«Supongamos que hay un tronco verde y lleno de savia que yace en tierra seca lejos del agua. Si viene una persona con un taladro pensando en encender fuego y producir calor».
¿Qué opinas, brahmán? Al perforar el palo contra ese tronco verde y lleno de savia en tierra seca lejos del agua, ¿podrían encender un fuego y producir calor?
—No, Maestro Gotama.
—¿Por qué no?
—Porque sigue siendo un tronco verde y lleno de savia, a pesar de que yace en tierra seca, lejos del agua. Esa persona seguramente se va a desgastar en vano.
—Del mismo modo, hay ascetas y brahmanes que viven retirados en cuerpo y mente de los placeres sensoriales. Pero no han renunciado o anulado subjetivamente el ansia, la afección, el engreimiento, el enamoramiento, el ansia y la pasión por los placeres sensoriales. Independientemente de si sienten o no sensaciones dolorosas, penetrantes, severas y agudas debido al sobreesfuerzo, son incapaces de lograr la episteme, del incomparable autodespertar.
Este fue el segundo ejemplo que se me ocurrió.
Entonces se me ocurrió un tercer ejemplo.
«Supongamos que hay un tronco seco y marchito, y que yace en tierra seca lejos del agua. Si viene una persona con un taladro pensando en encender un fuego y producir calor».
¿Qué opinas, brahmán? Al perforar el palo contra ese tronco seco y marchito en tierra seca lejos del agua, ¿podrían encender un fuego y producir calor?
—Sí, maestro Gotama.
—¿Por qué es eso?
—Porque es un tronco seco y marchito, y yace en tierra seca lejos del agua.
—Del mismo modo, hay ascetas y brahmanes que viven retirados en cuerpo y mente de los placeres sensoriales. Y han renunciado y calmado subjetivamente el ansia, la afección, el engreimiento, el enamoramiento, el ansia y la pasión por los placeres sensoriales. Independientemente de si sienten o no sensaciones dolorosas, penetrantes, severas y agudas debido al sobreesfuerzo, son capaces de la episteme, del despertar supremo. Este fue el tercer ejemplo que se me ocurrió. Estos son los tres ejemplos, que no se inspiraron sobrenaturalmente, ni se aprendieron antes en el pasado, que se me ocurrieron.
Se me ocurrió, brahmán:
«Supongamos ahora que yo, con los dientes apretados, con la lengua presionada contra el paladar, ¿lograré que mi mente se someta, se fuerce y se domine a sí misma?».
Entonces, brahmán, con los dientes apretados, con mi la lengua presionada contra el paladar, mantuve que mi mente sometida, forzada y dominada a sí misma. Mientras estaba sometiendo, forzando y dominando mi mente, con los dientes apretados, la lengua presionada contra el paladar, el sudor brotaba de mis axilas.
Es como si, brahmán, un hombre fuerte, que se hubiera apoderado de un hombre más débil por la cabeza o los hombros, lo sometiera, lo forzara y lo dominara. Así, brahmán, estuve sometiendo, forzando y dominando mi mente, con los dientes apretados, con la lengua presionada contra el paladar, mientras el sudor brotaba de mis axilas.
Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces se me ocurrió,
«¿Por qué no practico la contemplación sin respiración?».
Así que corté mi respiración por la boca y la nariz. Pero entonces el aire salió de mis oídos haciendo un fuerte ruido, como el resoplido del fuelle de un herrero.
Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no sigo practicando la contemplación sin respiración?».
Así que corté mi respiración por la boca, la nariz y las orejas. Pero luego el aire a presión golpeó mi cabeza, como si un hombre fuerte estuviera perforando mi cabeza con una punta afilada.
Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no sigo practicando la contemplación sin respiración?».
Así que corté mi respiración por la boca, la nariz y las orejas. Pero luego me dio un fuerte dolor de cabeza, como si un hombre fuerte me estuviera apretando una correa de cuero alrededor de la cabeza.
Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no sigo practicando la contemplación sin respiración?»
Así que corté mi respiración por la boca, la nariz y las orejas. Pero luego, la presión del aire cortó mi vientre, como un hábil carnicero o su aprendiz me estaba cortando el vientre con un cuchillo de carnicero.
Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no sigo practicando la contemplación sin respiración?».
Así que corté mi respiración por la boca, la nariz y las orejas. Pero luego hubo un ardor intenso en mi cuerpo, como dos hombres fuertes que agarran a un hombre más débil por los brazos para quemarlo y abrasarlo en un pozo de brasas. Luché duro, brahmán. Puse toda mi energía y concentración sin relajarme. Pero no conseguí paz en mi cuerpo, porque toda la concentración se utilizó para luchar y dominar el dolor. Sin embargo, mi mente no se sintió abrumada por el dolor.
Entonces algunos devas que viven cerca de los árboles y los ríos me vieron y dijeron: «el asceta Gotama está muerto». Otros dijeron: «No está muerto, pero se está muriendo». Otros dijeron: «No está muerto ni muriendo. El asceta Gotama es un Digno, porque así es como viven los Dignos».
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no practico renunciando totalmente a la comida?»
Pero los devas vinieron a mí y me dijeron: «Buen señor, no practiques renunciando totalmente a la comida. Si lo haces, infundiremos néctar divino por tus poros y vivirás de eso».
Entonces pensé:
«Si afirmo estar ayunando totalmente mientras estos devas infunden néctar divino en mis poros, sería mentir por mi parte».
Así que despedí a esos devas, diciendo:
—No hay necesidad.
Entonces se me ocurrió:
«¿Por qué no tomo únicamente un poco de comida de cada vez, una taza de caldo hecho de soja verde, lentejas, garbanzos o guisantes?».
Eso es lo que hice, hasta que mi cuerpo se volvió extremadamente demacrado Debido a que comía tan poco, mis extremidades se volvieron como las articulaciones de un viejo de ochenta años o de un cadáver, mi trasero se convirtió en la pezuña de un camello, mis vértebras sobresalían como las cuentas en una japamala y mis costillas estaban tan demacradas como vigas rotas en un viejo granero. Debido a que comía tan poco, el brillo de mis ojos se hundió profundamente en las cuencas, como el destello del agua hundida en un pozo. Debido a que comía tan poco, mi cuero cabelludo se apergaminó y se quedó mustio como una calabaza verde amarga al viento y al sol.
Debido a que comía tan poco, la piel de mi vientre se pegó a mi columna vertebral, de modo que cuando traté de frotar la piel de mi vientre, agarré mi columna vertebral, y cuando intenté frotar mi columna vertebral, me froté la piel de mi vientre. Debido a que comía tan poco, cuando intenté orinar o defecar me caí boca abajo allí mismo. Debido a que comía tan poco, cuando intenté aliviar mi cuerpo frotando mis extremidades con mis manos, el cabello, podrido en sus raíces, se cayó.
Entonces algunas personas me vieron y dijeron: «el asceta Gotama es negro». Algunos dijeron: «No es negro, es marrón». Algunos dijeron: «No es negro ni marrón». «El asceta Gotama tiene la piel rojiza». Tanto así se había arruinado el cutis puro y brillante de mi piel por tomar tan poca comida.
Entonces pensé:
«Cualesquiera que sean los ascetas y los brahmanes que hayan experimentado sensaciones dolorosas, agudas, severas y penetrantes debido al sobreesfuerzo, ya sea en el pasado, futuro o presente, hasta aquí alcanza, nadie ha hecho más que esto. Pero no he conseguido ningún logro en episteme que sea digno de los nobles por este trabajo severo y agotador. ¿Podría haber otro camino para el despertar?».
Entonces pensé en una ocasión en la que estaba sentado a la sombra bajo un árbol de pomarrosa mientras mi padre araba. Mientras estaba sentado allí, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entré y permanecí en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirigí la mente y la mantuve concentrada. ¿Podría ser éste el camino hacia el despertar?
De ese recuerdo surgió la comprensión: «¡Ese es el camino hacia el despertar!».
Esto se me ocurrió:
«¿Por qué debo tener miedo de este placer, ya que no tiene nada que ver con placeres sensoriales o con defectos demeritorios?».
Esto se me ocurrió:
«No le temo a ese placer, ya que no tiene nada que ver con placeres sensoriales o con defectos demeritorios».
Esto se me ocurrió, brahmán:
«Ahora no es fácil alcanzar esa felicidad sometiendo así al cuerpo a una extrema caquexia. ¿Y si tomara alimento material, arroz con leche?».
Así que tomé alimento material, arroz con leche. Entonces, en ese momento, los cinco bhikkhus que me estaban atendiendo y pensaban: «Cuando el recluso Gotama gane el Dhamma, nos lo anunciará», pero cuando yo tomé alimento material, arroz con leche, entonces estos cinco bhikkhus se volvieron hacia mí con disgusto, diciendo: «el bhikkhu Gotama vive en la abundancia, está flaqueando en su esfuerzo, se ha entregado a una vida de complacencia».
Cuando hube ingerido abundante alimento, habiendo agarrado fuerzas, apartado de los placeres de los sentidos, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entré y permanecí en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirigí la mente y la mantuve concentrada. Sin embargo, la sensación de felicidad surgida en mi mente habiéndose agotado, no perduró.
A medida que desaparecía el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, entré y permanecí en la segunda jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen de la concentración, con claridad y confianza internas, y con la mente concentrada, desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento. Sin embargo, la sensación de felicidad surgida en mi mente habiéndose agotado, no perduró.
Al desvanecerse el placer, permanecí ecuánime, placentero y claramente consciente, y experimenté en mi persona esa alegría de la que los nobles dicen: «alegre vive el que tiene impasibilidad y es consciente», y entré y permanecí en la tercera jhāna. Pero, sin embargo, la sensación agradable que surgió en mí persistió sin afectar mi mente.
Abandonando el placer y el dolor, y poniendo fin a la felicidad y la tristeza anteriores, entré y permanecí en la cuarta jhāna, sin placer ni dolor, con pura impasibilidad y gnosis. Pero, sin embargo, la sensación agradable que surgió en mí persistió sin afectar mi mente.
Cuando mi mente se sumergió en la contemplación de esta manera, purificada, brillante, impecable, libre de tendencias subyacentes, flexible, viable, estable e imperturbable, la extendí hacia el recuerdo de vidas pasadas: recordé una variedad de antiguas vivencias, así: un nacimiento, dos nacimientos, tres nacimientos, cuatro nacimientos, cinco nacimientos, diez nacimientos, veinte nacimientos, treinta nacimientos, cuarenta nacimientos, cincuenta nacimientos, cien nacimientos, mil nacimientos, cien mil nacimientos y muchos eones de integración y muchos eones de desintegración y muchos eones de integración-desintegración, tal era yo por mi nombre, era de tal y tal clan, de tal y tal color, así me alimentaba, tales y tan placenteras y dolorosas experiencias eran mías, así terminó la vida. Pasando de esto, llegué a estar en otro estado en el que tal persona era yo por mi nombre, tenía tal y tal clan, tal y tal color, así que me nutrí, experiencias tan agradables y desagradables fueron mías, así terminó la vida. Muriendo allí, surgí aquí. Por lo tanto, diversos recuerdos de antiguas vivencias en todos sus modos y detalles.
Este, fue el primer conocimiento alcanzado por mí en el primer turno de la noche. Se disipó la ignorancia, surgió el conocimiento, se disipó la oscuridad, surgió la luz, mientras permanecía diligente, ardiente, autodeterminado.
Luego, con la mente serena, perfectamente purificada, perfectamente clarificada, sin mancha, sin contaminación, suave y maleable, fija, inamovible, dirigí mi mente al conocimiento de la muerte y el surgimiento de los seres. Con el ojo divino que sobrepasa al humano, vi seres a medida que mueren o renacen, Comprendo que hay seres que son mezquinos, excelentes, simpáticos, feos, bondadosos o malvados, de acuerdo con las consecuencias de sus actos.
Y pensé:
«De hecho, estos seres que poseían conductas incorrectas en el cuerpo, poseían conducta inapropiada del habla, que poseían una conducta errónea de pensamiento, se burlan de los nobles, manteniendo una creencia incorrecta, incurriendo en acciones consecuentes debidas a una creencia incorrecta, estos, con la ruptura del cuerpo después de morir, han surgido en un estado triste, un mal nacimiento, el abismo, el infierno de Niraya. Pero estos seres que poseían una buena conducta en el cuerpo, que poseían una buena conducta en el habla, que poseían una buena conducta en el pensamiento, que no se burlaban de los nobles, mantenían una creencia correcta, incurrían en acciones consecuentes debidas a una creencia correcta, éstos, con la ruptura del cuerpo después de morir, han surgido en un buen destino, un mundo celestial. Así, con el purificado ojo divino que sobrepasa al de los hombres, veo seres a medida que mueren, a medida que surgen, Comprendo que hay seres que son mezquinos, excelentes, simpáticos, feos, ricos, malos según las consecuencias de sus actos».
Este, fue el segundo conocimiento alcanzado por mí en la vigilia intermedia de la noche. Se disipó la ignorancia, surgió el conocimiento, se disipó la oscuridad, surgió la luz, mientras permanecía diligente, ardiente, autodeterminado.
Cuando mi mente se sumergió en la contemplación de esta manera: purificada, brillante, impecable, libre de tendencias subyacentes, flexible, viable, estable e imperturbable, la extendí hacia el conocimiento del fin de las tendencias subyacentes. Realmente entendí:
«Esto es sufrimiento… Este es el origen del sufrimiento… Esta es la cesación del sufrimiento… Esta es la práctica que conduce al cese del sufrimiento».
Realmente entendí:
«Estas son las tendencias subyacentes… Este es el origen de las tendencias subyacentes… Este es el cese de las tendencias subyacentes… Esta es la práctica que conduce al cese de las tendencias subyacentes».
Sabiendo y viendo así, mi conciencia se liberó de las tendencias subyacentes de la sensorialidad, del ansia de renacer y de la ignorancia. Cuando mi conciencia fue liberada, supe que fue liberada. Comprendí:
«El renacimiento ha terminado, la vida de renuncia ha sido completada, lo que había que hacer se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia». Este fue el tercer conocimiento, que logré en la última guardia de la noche. La ignorancia fue destruida y surgió el conocimiento, la oscuridad fue destruida y surgió la luz, como sucede con un meditador que es diligente, entusiasta y resuelto. Pero incluso esa sensación agradable no ocupó mi mente.
Cuando hubo hablado, Saṅgārava le dijo al Buddha:
—Ciertamente has trabajado duro, Gotama. Realmente has trabajado como un héroe, como corresponde a una persona venerable que ha alcanzado el despertar perfecto por sí mismo. Pero dime, Gotama, ¿existen los devas realmente?
—Sé que los devas existen.
—¿Por qué respondes que sabes que los devas existen, cuando te pregunto si hay devas, Gotama? ¿No es mentira?
—Cuando me preguntan si hay dioses y respondo que sé que los devas existen, cualquier persona sensata comprenderá que hay devas.
—¿Pero por qué no dijiste eso en primer lugar?
—Está ampliamente aceptado en el mundo que los devas existen.
Cuando hubo hablado, Saṅgārava le dijo al Buddha:
—¡Excelente, maestro Gotama! ¡Excelente! Como si estuviera enderezando lo volcado, o revelando lo oculto, o señalando el camino a los perdidos, o encendiendo una lámpara en la oscuridad para que las personas con buenos ojos puedan ver lo que hay, el Maestro Gotama ha dejado clara la enseñanza de muchas maneras. Me refugio en el Maestro Gotama, en la enseñanza y en el Saṅgha de los bhikkhus. A partir de este día, que el Maestro Gotama me recuerde como un seguidor laico que se ha refugiado de por vida.