MN 64: Gran discurso con Māluṅkya

En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en Bosquecillo de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika. Allí, el Buddha se dirigió a los bhikkhus:

—¡Bhikkhus!

—Venerable señor —respondieron.

El Buddha dijo esto:

—Bhikkhus, ¿recordáis las cinco adicciones menores que os enseñé?

Cuando dijo esto, el venerable Māluṅkyaputta le dijo:

—Señor, las recordamos.

—¿Pero cómo las recordáis?

—Recuerdo las adicciones menores enseñadas por el Buddha de la siguiente manera: el ansia de placeres sensoriales, la duda, la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara, la creencia en la personificación y la malevolencia. Así es como recuerdo las cinco adicciones menores enseñadas por el Buddha.

—¿Pero recuerdas a quién le enseñé así acerca de las cinco adicciones que atan a esta orilla? ¿No es probable que los ascetas que siguen otros caminos intenten refutar esto usando el símil del bebé? Ya que un bebé ni siquiera tiene un concepto de «personificación», entonces, ¿cómo podría surgir una creencia de personificación en él? Sin embargo, la tendencia subyacente negativa a la creencia en la personificación, reside en él.

Un bebé ni siquiera tiene un concepto de «Enseñanza», entonces, ¿cómo podrían surgir en él dudas sobre la enseñanza? Sin embargo, la tendencia subyacente negativa a dudar, reside en él.

Un bebé ni siquiera tiene el concepto de «rito», entonces, ¿cómo podría surgir en él una creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara? Sin embargo, la tendencia subyacente a la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara, reside en él.

Un bebé ni siquiera tiene un concepto de «placeres sensoriales», entonces, ¿cómo podría surgir en ellos el ansia de placeres sensoriales? Sin embargo, la tendencia subyacente al deseo sensorial, reside en él.

Un bebé ni siquiera tiene un concepto de «seres», entonces, ¿cómo podría surgir en él la malevolencia hacia los seres? Sin embargo, la tendencia subyacente a la malevolencia reside en él. ¿No es probable que los ascetas que siguen otros caminos intenten refutar esto usando el símil del bebé?

Cuando dijo esto, el venerable Ānanda le dijo al Buddha:

—¡Ahora es el momento, Bendito! ¡Ahora es el momento, Santo! Que el Buddha enseñe las cinco adicciones menores. Escucharé y recordaré la enseñanza que me des.

—Bien, Ānanda, escucha y presta mucha atención, yo hablaré.

—Sí, señor —respondió Ānanda.

El Buddha dijo esto:

—Ānanda, toma a una persona común sin educación que no conoce a los nobles, y no está capacitada ni entrenada en la enseñanza de los nobles. No ha visto nobles, ni está capacitada ni entrenada en la enseñanza de los nobles. Su mente está abrumada y sumida en la creencia en la personificación, y no comprende realmente la forma de acabar con la creencia en la personificación que ha surgido. Esa creencia en la personificación se refuerza en él, no se elimina: es una adicción menor.

Su mente está abrumada y sumida en la duda, y no comprende realmente la forma de acabar con la duda que ha surgido. Esa duda se refuerza en él, no se elimina: es una adicción menor.

Su mente está abrumada y sumida en la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara, y no comprende verdaderamente la forma de acabar con la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara que ha surgido. Esa creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara se refuerza en él, no se elimina: es una adicción menor.

Su mente está abrumada y sumida en el deseo sensorial, y no comprende realmente la forma de acabar con el deseo sensorial que ha surgido. Ese deseo sensorial se refuerza en él, no se elimina: es una adicción menor.

Su mente está abrumada y sumida en la malevolencia, y no comprende realmente la forma de acabar con la malevolencia que ha surgido. Esa malevolencia se refuerza en él, no se elimina: es una adicción menor.

Pero un discípulo de los nobles educado ha visto a los nobles y está capacitado y entrenado en la enseñanza de los nobles. Ha visto a los nobles y está capacitado y entrenado en la enseñanza de los nobles. Su mente no está abrumada ni sumida en la creencia en la personificación, y realmente comprende la forma de acabar con la creencia en la personificación que ha surgido. Esa creencia en la personificación, junto con cualquier tendencia negativa asociada, se abandona en él.

Su mente no está abrumada ni envuelta en dudas, y realmente comprende la forma de acabar con la duda que ha surgido. Esa duda, junto con cualquier tendencia negativa asociada, se abandona en él.

Su mente no está abrumada ni sumida en la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara, y realmente comprende la forma de acabar con la creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara que ha surgido. Esa creencia errónea de que la adherencia a las reglas y ritos permiten librarse del Samsara, junto con cualquier tendencia negativa asociada, se abandona en él.

Su mente no está abrumada ni sumida en el deseo sensorial, y realmente comprende la forma de acabar con el deseo sensorial que ha surgido. Ese deseo sensorial, junto con cualquier tendencia negativa asociada, se abandona en él.

Su mente no está abrumada ni sumida en la malevolencia, y realmente comprende la forma de acabar con la malevolencia que ha surgido. Esa malevolencia, junto con cualquier tendencia negativa asociada, se abandona en él.

Hay un camino y una práctica para deshacerse de las cinco adicciones menores. No es posible conocer, ver o abandonar las cinco adicciones menores sin sujetarse a ese camino y a esa práctica.

Supongamos que hay un árbol grande con duramen. No es posible cortar el duramen sin haber cortado la corteza y la madera blanda. De la misma manera, hay un camino y una práctica para abandonar las cinco adicciones menores. No es posible conocer, ver o abandonar las cinco adicciones menores sin sujetarse a ese camino y a esa práctica.

Hay un camino y una práctica para deshacerse de las cinco adicciones menores. Es posible conocer y ver y deshacerse de las cinco adicciones menores confiando en ese camino y en esa práctica.

Supongamos que hay un árbol grande con duramen. Es posible cortar el duramen después de haber cortado la corteza y la madera blanda. De la misma manera, hay un camino y una práctica para abandonar las cinco adicciones menores. Es posible conocer y ver y deshacerse de las cinco adicciones menores confiando en ese camino y esa práctica.

Supongamos que el río Ganges estuviera lleno hasta el borde de forma que un cuervo en la orilla pudiera beber de él. Entonces llega una persona débil que piensa: «Nadando con mis brazos, cruzaré sin peligro a la otra orilla del Ganges». Pero no puede hacerlo. De la misma manera, cuando se enseña el Dhamma para el cese de la creencia en la personificación, alguien cuya mente no está deseosa, confiada, resuelta y decidida debe ser considerado como esa persona débil.

Supongamos que el río Ganges estuviera lleno hasta el borde de forma que un cuervo en la orilla pudiera beber de él. Entonces llega una persona fuerte, que piensa: «Nadando con mis brazos, cruzaré con seguridad a la otra orilla del Ganges». Y lo logra.

De la misma manera, cuando se enseña el Dhamma para el cese de la creencia en la personificación, alguien cuya mente está deseosa, confiada, resuelta y decidida debe considerarse como esa persona fuerte.

¿Y cuál, Ānanda, es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores?

Es cuando un bhikkhu, debido al apartamiento de los apegos, al abandono de los defectos demeritorios y a la completa conclusión del malestar físico, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entra y se sumerge en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirige la mente y la mantiene concentrada. contempla los fenómenos allí, incluidos en las qualia, la reacción emocional, la percepción, la situación condicional y la cognición, como perecederos, como sufrimiento, como enfermos, como un absceso, como un dardo, como la miseria, como una aflicción, como extraños, como desmoronándose, vacíos, como algo que no se puede controlar. Aparta su mente de esas cosas y la aplica a Nibbāna: «esto es pacífico, esto es sublime, es decir, el apaciguamiento de todas las actividades, el abandono de todos los apegos, el fin del ansia, la cesación, el Nibbāna». Contemplando así, logra el fin de las tendencias subyacentes.

Si no lograse el fin de las tendencias subyacentes, con el final de las cinco adicciones menores, renace espontáneamente y logra el Nibbāna allí sin regresar de ese mundo, debido a su entusiasmo y devoción por esta contemplación. Este es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores.

A medida que desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, entra y se sumerge en la segunda jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen de la concentración, con claridad y confianza internas, y con la mente concentrada, desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento… tercera jhāna… cuarta jhāna. contempla los fenómenos allí como perecederos… Aleja su mente de esas cosas… Si no logra el fin de las tendencias subyacentes, renace espontáneamente… y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este también es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores.

Además, un bhikkhu, dejando atrás las qualia, superando la percepción sensorial, abandonando las distracciones, consciente de que “es un lugar vacío” entra y se sumerge en un lugar vacío. contempla los fenómenos allí como perecederos… Aleja su mente de esas cosas… Si no logra el fin de las tendencias subyacentes, renace espontáneamente… y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este también es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores.

Además, un bhikkhu, yendo totalmente más allá de un lugar vacío, consciente de que “es un lugar sin límites conocidos” entra y se sumerge en un lugar sin límites conocidos. contempla los fenómenos allí como perecederos… Aleja su mente de esas cosas… Si no logra el fin de las tendencias subyacentes, renace espontáneamente… y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este también es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores.

Además, un bhikkhu, yendo totalmente más allá de un lugar sin límites conocidos, consciente de que “no hay ningún lugar”, entra y se sumerge en ningún lugar. contempla los fenómenos allí como perecederos… Aleja su mente de esas cosas… Si no logra el fin de las tendencias subyacentes, renace espontáneamente… y no está sujeto a regresar de ese mundo. Este también es el camino y la práctica para deshacerse de las cinco adicciones menores.

—Señor, si este es el camino y la práctica para abandonar las cinco adicciones menores, ¿cómo puede ser que algunos bhikkhus logren la liberación a través del entrenamiento y otros logren la liberación a través de la sabiduría?

—Eso es porque la gente tiene diferentes habilidades, Ananda.

Eso es lo que dijo el Buddha.

Satisfecho, el venerable Ānanda estaba feliz con lo que dijo el Buddha.

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