Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en Bosquecillo de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika. Allí, el Buddha se dirigió a los bhikkhus:
—¡Bhikkhus!
—Venerable señor —respondieron.
El Buddha dijo esto:
—Tomemos el caso de un bhikkhu que declara la iluminación: «Entiendo: el renacimiento ha terminado, la vida de renuncia se ha completado, lo que tenía que hacerse se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia». No debe aprobar ni rechazar la declaración de ese bhikkhu. Más bien, se le debería cuestionar así:
—Venerable, estos cuatro tipos de expresión han sido correctamente explicados por el Bendito, que conoce y ve, el Digno, el Buddha plenamente despierto.
—¿Qué cuatro?
—Se habla de lo comprendido como comprendido, lo escuchado como escuchado, lo percibido sensorialmente como percibido sensorialmente y lo reconocido como reconocido. Estos son los cuatro tipos de expresión correctamente explicados por el Bendito, que conoce y ve, el Digno, el Buddha plenamente despierto. ¿Cómo sabes, cómo ves, en relación con estos cuatro modos de expresión, que tu mente está libre de tendencias subyacentes sin dejar ningún residuo?
Un bhikkhu que ha terminado con las tendencias subyacentes, que ha completado la vida ascética, que hizo lo que tenía que hacer, dejó la carga, logró su propia meta, puso fin por completo a la adicción al renacimiento y se liberó correctamente a través de la episteme, que está en línea con la enseñanza, responderá:
«Venerable, vivo sin atracción ni aversión por lo que se ve, independiente, desatado, liberado, desapegado, mi mente está libre de límites. Vivo sin atracción ni aversión por lo que se escucha… se piensa… o se conoce, independiente, desatado, liberado, desapegado, mi mente está libre de límites. Así es como sé, como veo en relación con estos cuatro modos de expresión, que mi mente está libre de tendencias subyacentes sin dejar ningún residuo».
Decidle:
—¡Bien! —y deberíais aplaudir y animar la declaración de ese bhikkhu.
Luego hacedle una pregunta adicional:
—Venerable, el Buddha ha explicado correctamente estos cinco factores del aferramiento a la existencia.
—¿Qué cinco?
—Es decir, los factores del aferramiento a la existencia de las qualia, la reacción emocional, la percepción, la situación condicional y la cognición. Estos son los cinco factores del aferramiento a la existencia que el Buddha ha explicado correctamente.
—¿Cómo sabe y ve el venerable respecto a estos cinco factores del aferramiento a la existencia para que su mente se libere de las tendencias subyacentes al aferramiento?
—Un bhikkhu con las tendencias subyacentes en la conciencia erradicadas, que está en línea con la enseñanza, responderá:
«Venerable, sabiendo que las qualia son impotentes, se desvanecen y no son confiables, entiendo que mi mente se libera a través del final, el desvanecimiento, la cesación, la entrega y el abandono de la atracción, el aferramiento, la fijación mental, la insistencia y la tendencia subyacente a las qualia. Conociendo esa reacción emocional… percepción… situación condicional… la cognición es impotente, se desvanece y no es confiable, entiendo que mi mente se libera a través del final, desvanecimiento, cesación, entrega y abandono de la atracción, aferramiento, fijación mental, insistencia y tendencia subyacente a la cognición. Así es como conozco y veo con respecto a estos cinco factores del aferramiento a la existencia, de modo que mi mente se libera de las tendencias subyacentes al aferramiento».
—Decidle:
—¡Bien! —y deberíais aplaudir y animar la declaración de ese bhikkhu
Luego hacedle una pregunta adicional:
—Venerable, estos seis elementos han sido explicados correctamente por el Buddha.
—¿Qué seis?
—Los elementos de la tierra, el agua, el fuego, el aire, el espacio y la vida. Estos son los seis elementos que el Buddha explicó correctamente. ¿Cómo sabe y ve el venerable respecto a estos a estos seis elementos para que su mente se libere de las tendencias subyacentes al aferramiento?
Un bhikkhu con las tendencias subyacentes en la conciencia erradicadas, que está en línea con la enseñanza, responderá:
«Venerables, no he tomado el elemento tierra como “yo”, ni hay un quién basado en el elemento tierra. Y entiendo que mi mente se libera a través del final, el desvanecimiento, la cesación y el abandono de la atracción, el aferramiento, la fijación mental, la insistencia y la tendencia subyacente basada en el elemento tierra. No he tomado el elemento agua… el elemento fuego… el elemento aire… el elemento espacio… el elemento vida como “yo”, ni hay un quién basado en el elemento vida. Y entiendo que mi mente se libera mediante el fin de la atracción basada en el elemento vida. Así es como conozco y veo estos seis elementos para que mi mente se libere de las tendencias subyacentes al aferramiento».
Decid:
—¡Bien! —y deberíais aplaudir y animar la declaración de ese bhikkhu
Luego hacedle una pregunta adicional:
—Venerable, estos seis campos de los sentidos subjetivos y objetivos han sido explicados correctamente por el Buddha.
—¿Qué seis?
—El ojo y las imágenes, el oído y los sonidos, la nariz y los olores, la lengua y los gustos, el cuerpo y el tacto, el intelecto y las ideas. Estos son los seis campos de los sentidos subjetivos y objetivos que el Buddha ha explicado correctamente. ¿Cómo sabe y ve el venerable con respecto a estos seis campos de los sentidos subjetivos y objetivos para que su mente se libere de las tendencias subyacentes al aferramiento?
Un bhikkhu con las tendencias subyacentes en la conciencia erradicadas, que está en línea con la enseñanza, responderá:
«En cuanto al ansia, al placer o a la atracción que pueda surgir en conexión con el ojo, las imágenes, la cognición del ojo y las cosas cognoscibles por la cognición del ojo, veo que mi mente ha erradicado por completo el ansia y ha soltado los anhelos apasionados por esto y por las tendencias subyacentes a aferrarme a ello. Lo he abandonado, lo solté y me liberé por completo de ello.
En cuanto al ansia, al placer o a la atracción que pueda surgir en conexión con el oído… la nariz… la lengua… el cuerpo… el intelecto, las ideas, la cognición mental y las cosas cognoscibles por la cognición mental. Así es como conozco y veo respecto a estos seis campos de los sentidos subjetivos y objetivos, de modo que mi mente se libera de las tendencias subyacentes al aferramiento».
—Decidle:
—¡Bien! —y deberíais aplaudir y animar la declaración de ese bhikkhu.
Luego hacer una pregunta adicional:
—¿Cómo sabes, cómo ves que todas las tendencias a creer que «soy yo quien hace esto», o «esto me hacen a mí», fueron erradicadas en este cuerpo con su conciencia y los fenómenos objetivos asociados?
Un bhikkhu con las tendencias subyacentes en la conciencia erradicadas, que está en línea con la enseñanza, responderá:
«Antes, venerables, cuando todavía era un laico, era ignorante. Entonces el Tathāgata o uno de sus discípulos me impartió la Enseñanza. Gané fe en el Tathāgata y reflexioné: “Vivir en una casa es estrecho y sucio, pero la vida de quien ha renunciado es muy abierta. No es fácil para alguien que vive en casa llevar una vida de renuncia completamente plena y pura, como una cáscara pulida. ¿Por qué no me corto el pelo y la barba, me visto con túnicas de color rojo amarillento y paso de la vida hogareña a la vida sin hogar?”.
Después de algún tiempo entregué una fortuna grande o pequeña, y un círculo familiar grande o pequeño. Me afeité el cabello y la barba, me vestí con túnicas de color rojo amarillento y pasé de la vida hogareña a la vida sin hogar. Una vez que salí, asumí la Disciplina y el sustento de los bhikkhus. Dejé de matar seres vivos, renuncié a la vara y a la espada. Fui escrupuloso y amable, viviendo lleno de misericordia por todos los seres vivos. Dejé de robar. Solo tomé lo que me dieron y esperé solo lo que me dieron. Me mantuve limpio al no robar. Renuncié a la falta de castidad. Me volví célibe, apartado, evitando la práctica habitual del sexo. Dejé de mentir. Dije la verdad y me apegué a la verdad. Fui honesto y digno de confianza, no engañando al mundo con mis palabras. Dejé el discurso divisivo. No repetí en un lugar lo que escuché en otro para dividir a las personas entre sí. En cambio, reconcilié a aquellos que están divididos, apoyando la unidad, deleitándome en la armonía, amando la armonía, hablando palabras que promueven la armonía. Dejé de hablar cruelmente. Hablé de una manera suave, agradable al oído, encantadora, conmovedora, cortés, seductora y agradable para la gente.
Dejé de decir tonterías. Mis palabras fueron oportunas, verdaderas y significativas, en consonancia con la Enseñanza y la Disciplina. Dije cosas en el momento adecuado que son valiosas, razonables, concisas y beneficiosas, seductoras y agradables a la gente.
Evité dañar plantas y semillas. Comí en una parte del día, absteniéndome de comer por la noche y en el momento inadecuado. Evité bailar, cantar, escuchar música y ver espectáculos. Evité embellecerme y adornarme con guirnaldas, perfumes y maquillajes. Evité las camas alzadas y camas amplias. Evité recibir oro y dinero, granos crudos, carne cruda, mujeres y niñas, siervos y esclavas, cabras y ovejas, gallinas y cerdos, elefantes, vacas, caballos y yeguas, campos y tierras. Evité hacer mandados y mensajes, comprar y vender, falsificar pesos, metales o medidas. Evité el soborno, el fraude, el engaño y la doblez. Evité la mutilación, el asesinato, el secuestro, el bandidaje, el saqueo y la violencia.
Me contenté con túnicas para cuidar el cuerpo y la comida de las limosnas para cuidar el vientre. Dondequiera que fui, me dispuse a llevar solo estas cosas. Como un pájaro: dondequiera que vuela, las alas son su única carga. De la misma manera, me contenté con túnicas para cuidar el cuerpo y la comida de las limosnas para cuidar el vientre. Dondequiera que fui, me dispuse a llevar solo estas cosas. Cuando tuve todo este conjunto de ética noble, experimenté una felicidad irreprochable dentro de mí.
Cuando vi una imagen con mis ojos, no me dejé atrapar por las características y los detalles. Si la facultad de la vista se dejara sin restricciones, los malos y perjudiciales defectos del ansia y la aversión se volverían abrumadores. Por esta razón, practiqué la contención, protegiendo la facultad de la vista y logrando su dominio. Cuando escuché un sonido con mis oídos… Cuando olí un olor con mi nariz… Cuando probé un sabor con mi lengua… Cuando sentí un tacto con mi cuerpo… Cuando conocí una idea con mi intelecto, no me dejé atrapar en las características y los detalles. Si la facultad de la mente se dejara sin restricciones, los malos y perjudiciales defectos del ansia y la aversión se volverían abrumadores. Por esta razón, practiqué la moderación, protegiendo la facultad de la mente y logrando su dominio. Cuando tuve este noble sentido de moderación,
Actué con conciencia de la situación al salir y al volver, al mirar hacia adelante y hacia un lado, al doblar y extender las extremidades, al llevar la túnica exterior, el cuenco y la túnica, al comer, al beber, al masticar y al probar, al orinar y al defecar, al caminar, levantarse y sentarse, al dormir y al despertarse, al hablar y al guardar silencio.
Cuando tuve este noble espectro de ética, esta noble moderación de los sentidos y esta noble atención y conciencia de la situación, frecuentaba un alojamiento apartado: un bosque, la raíz de un árbol, una colina, un barranco, una cueva de montaña, un cementerio, la jungla, el aire libre, un montón de paja. Después de la comida, regresé de la ronda de limosnas, me senté con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido y establecí la impasibilidad allí mismo.
Abandonando el ansia por el mundo, contemplé con una mente libre de ansia, limpiando la mente de ansia. Abandonando el odio y la malevolencia, contemplé con una mente libre de malevolencia, llena de misericordia por todos los seres vivos, limpiando la mente de la malevolencia. Abandonando el embotamiento y la somnolencia, contemplé con una mente libre de embotamiento y somnolencia, percibiendo luz, consciente y lúcido, limpiando la mente de embotamiento y somnolencia. Abandonando la inquietud y el remordimiento, contemplé sin inquietud, mi mente en paz interior, limpiando la mente de inquietud y remordimiento. Abandonando la duda, contemplé habiendo ido más allá de la duda, no indeciso acerca de las buenas cualidades, limpiando la mente de dudas.
Renuncié a estos cinco obstáculos, tendencias subyacentes de la conciencia que debilitan la sabiduría. Entonces, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entré y permanecí en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirigí la mente y la mantuve concentrada. A medida que desaparecía el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, entré y permanecí en la segunda jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen de la concentración, con claridad y confianza internas, y con la mente concentrada, desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento. Y con el desvanecimiento del placer, entré y permanecí en la tercera jhāna, donde contemplé con impasibilidad, diligente y decidido y sentí el bienestar corporal del que los nobles declaran: «impasible y decidido, uno permanece en la felicidad». Abandonando el placer y el dolor, y poniendo fin a la felicidad y la tristeza anteriores, entré y permanecí en la cuarta jhāna, sin placer ni dolor, con pura impasibilidad y gnosis.
Cuando mi mente se sumergió en absorción completa de esta manera, purificada, brillante, impecable, libre de tendencias subyacentes, flexible, funcional, firme e imperturbable, la extendí hacia el conocimiento del fin de las tendencias subyacentes. Realmente entendí: “Esto es sufrimiento”… “Este es el origen del sufrimiento”… “Este es el cese del sufrimiento”… “Esta es la práctica que lleva al cese del sufrimiento”. Realmente entendí: “Estas son las tendencias subyacentes”… “Este es el origen de las tendencias subyacentes”… “Este es el cese de las tendencias subyacentes”… “Esta es la práctica que conduce al cese de las tendencias subyacentes”.
Sabiendo y viendo así, mi conciencia se liberó de las tendencia subyacentes de la sensorialidad, del ansia de renacer y de la ignorancia. Cuando fue liberado, supe que estaba liberado. Entendí: “El renacimiento ha terminado, la vida de renuncia se ha completado, lo que tenía que hacerse se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia”. Así es como sé y veo, de modo que he erradicado todas las tendencias a creer que “soy yo quien hace esto”, o “esto me hacen a mí”, fueron erradicadas en este cuerpo con su conciencia y los fenómenos objetivos asociados».
—Decidle: «¡Bien!». Deberíais aplaudir y alegrar la declaración de ese bhikkhu, y luego decidle: «¡Somos afortunados, venerable, muy afortunados de ver a un venerable como tú como uno de nuestros compañeros renunciantes!».
Eso es lo que dijo el Buddha. Satisfechos, los bhikkhus se alegraron con lo que dijo el Buddha.