Así lo escuché:
En ese momento el Buddha se estaba quedando cerca de Sāvatthī en el Monasterio Oriental, en la casa comunal sobre pilotes de la madre de Migāra.
Una tarde, el venerable Ānanda salió de su retiro y fue donde estaba el Buddha. Lo recibió al llegar y se sentó correctamente. Una vez sentado, el venerable Ānanda le dijo al Buddha:
—Cuando te estabas quedando con los sākkas, cerca del pueblo sākka llamado Nagaraka allí, escuché de tu boca, aprendí en tu presencia: «En la actualidad, Ānanda, permanezco en un estado vacío de ansia, de aversión y de ignorancia». ¿He escuchado correctamente, Maestro? ¿Lo entendí correctamente? ¿Presté atención? ¿Me acordé bien?
—Ciertamente, Ānanda, lo escuchaste bien, lo entendiste bien, prestaste atención y lo recordaste bien. Anteriormente, como ahora, permanecía en un estado vacío de ansia, de aversión y de ignorancia.
Es como esta casa comunal de la madre de Migāra que está vacía, desprovista de elefantes, de vacas, caballos y yeguas, está vacía de oro y plata, vacía de asambleas de mujeres y hombres. Sin embargo, no está vacía, ya que está aquí la comunidad de bhikkhus.
Del mismo modo, el bhikkhu que aspira a este estado, no tiene en cuenta la imagen de «la Aldea», no considera la imagen de «la Gente», sino que solo considera la imagen de «la Selva». Su mente penetra en esa percepción de «la Selva», la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «la Aldea» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «la Gente» ya no existe, pero que sigue quedando un resto de desasosiego, debido únicamente a la imagen de «la Selva».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «la Aldea», vacía de la imagen de «la Gente», pero que sigue existiendo algo que no está vacío, es decir, la imagen de «la Selva». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro.
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «la Gente», tampoco considera la imagen de «la Selva», solo considera la imagen de «la Tierra». Su mente penetra en la imagen de «la Tierra», la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Como una piel de res, bien estirada y fijada por medio de cien estacas, pierde todos sus pliegues del mismo modo, si el bhikkhu no considera las prominencias y a las cavidades de la Tierra, a los arroyos y a los pasajes difíciles, a los tocones y a las espinas, a las colinas y a las irregularidades, y solo considera la imagen, su mente penetra en la imagen de «la Tierra», la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «la Gente» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «la Selva» ya no existe, pero que sigue quedando un resto de desasosiego, debido únicamente a la imagen de «la Tierra».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «la Gente», vacía de la imagen de «la Selva», pero que sigue existiendo algo que no está vacío, es decir, la imagen de «la Tierra». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro.
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «la Selva», ya no considera la imagen de «la Tierra», solo considera la imagen de un Lugar Vacío. Su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «la Selva» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «la Tierra» ya no existe, pero que sigue existiendo un resto de agitación, debido únicamente a la imagen de «un Lugar Vacío».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «la Selva», vacía de la imagen de «la Tierra», pero que sigue existiendo algo que no está vacío, es decir, la imagen de «un Lugar Vacío». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro.
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen «la Tierra», ya no considera la imagen de «un Lugar Vacío», solo considera «un Lugar Sin Límites Conocidos». Su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «la Tierra» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «un Lugar Vacío» no existe, pero que queda un resto de agitación, debido únicamente a la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen «la Tierra», vacía de la imagen de «un Lugar Vacío», pero que sigue habiendo un no vacío, debido únicamente a la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro.
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «un Lugar Vacío», ya no considera la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos», solo considera la imagen de «Ningún Lugar». Su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «un Lugar Vacío» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos», ya no existe, pero que sigue quedando un resto de desasosiego debido únicamente a la imagen de «Ningún Lugar».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «un Lugar Vacío», vacía de la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos», pero que sigue habiendo un vacío, debido únicamente a la imagen de «Ningún Lugar». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro.
A continuación, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos», ya no considera la imagen de «Ningún Lugar», solo considera la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia». Su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad causada por la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos» ya no existe, que la ansiedad causada por la imagen de «Ningún Lugar» ya no existe, pero que queda un resto de agitación debido únicamente imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia».
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «un Lugar Sin Límites Conocidos», vacía de la imagen de «Ningún Lugar», pero que sigue existiendo algo que no está vacío, es decir, la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia». Y por eso lo considera vacío de lo que no está allí, pero en cuanto a lo que queda, entiende que está presente. Así surge en él este estado: genuino, sin distorsiones y puro
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «Ningún Lugar», ya no considera la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia», solo considera la contemplación de la mente sin tendencias subyacentes. Su mente penetra en esta imagen, su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Admite con claridad que la ansiedad provocada por la imagen de «Ningún Lugar» ya no existe, que la ansiedad provocada por la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia» ya no existe, pero que todavía queda un resto de agitación debido al propio cuerpo formado por los cuatro elementos y asociado con las seis bases de los sentidos y relacionado con el proceso vital, mientras dure la vida.
Reconoce con acierto que este tipo de imagen está vacía de la imagen de «Ningún Lugar», vacía de la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia», pero que sigue habiendo una ausencia vacío debido a este cuerpo asociado con las seis bases de los sentidos y relacionado con el proceso vital.
Así contempla el vacío de acuerdo con lo que está ausente, y lo que queda, reconoce como existente: «Esto está». Así encuentra un acceso a este estado tal como está, sin malentendidos, bien purificado.
Entonces, Ānanda, el bhikkhu tampoco considera la imagen de «Ningún Lugar», ya no considera la imagen de «la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia», solo considera la contemplación de la mente sin tendencias subyacentes. Su mente penetra en esta imagen, la disfruta, se queda ahí y permanece ahí.
Reconoce con acierto que esta concentración de la mente sin tendencias subyacentes se crea y se concibe, y que todo lo que se crea y se concibe es temporal y está sujeto a la desaparición.
Cuando él sabe esto y ve así, su mente es liberada de las tendencias subyacentes de los objetos de los sentidos, liberada de las tendencias subyacentes de la existencia, liberada de las tendencias subyacentes de la ignorancia. Cuando se libera, sabe que está liberado.
Reconoce con acierto que destruyó el nacimiento, que vivió la vida santa, que hizo lo que se debía hacer y nada más queda por hacer.
Admite con claridad que la ansiedad causada por las tendencias subyacentes por los objetos de los sentidos ya no existe aquí, que el desasosiego causado por las tendencias subyacentes por el ansia de existencia ya no existe, que el desasosiego de las tendencias subyacentes de la ignorancia ya no existe aquí, pero todavía hay una agitación debida a las seis bases de los sentidos dependientes de este cuerpo y condicionada por la vida.
Reconoce con acierto que este tipo de percepción está vacía de contaminación por los sentidos, vacía de contaminación por existencia, vacía de contaminación por la ignorancia, pero que sigue habiendo una ausencia de vacío, debido a las seis bases de los sentidos dependientes de este cuerpo y condicionado por la vida.
Así contempla el vacío de acuerdo con lo que está ausente, y lo que queda, reconoce como existente: «Esto está». Así encuentra un acceso a este estado tal como está, sin malentendidos, bien purificado.
Todos los ascetas, Ānanda, y los brahmanes del pasado que han accedido a este estado totalmente puro, supremo y sublime y han permanecido allí, han accedido precisamente a la Dimensión del Cese de los Factores de Aferramiento a la Existencia, totalmente pura, suprema y sublime, y se mantienen allí.
Todos los ascetas y brahmanes del tiempo futuro que alcancen este estado libre de ansia, de aversión y de ignorancia totalmente puro, supremo y sublime y permanezcan allí, alcanzarán y permanecerán en este estado totalmente puro, supremo y sublime. Y todos los ascetas y brahmanes del presente que alcancen este estado totalmente puro, supremo y sublime y permanecen allí, alcanzan con precisión y permanecen en un vacío totalmente puro, supremo y sublime.
Por lo tanto, Ānanda, se debe practicar de esta manera: «alcanzaremos ese estado que es totalmente puro, supremo y sublime, y nos quedaremos allí».
Así habló el Buddha. Los bhikkhus estaban satisfechos y regocijados en las palabras del Bendito.