Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en Bosquecillo de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika. Allí, el Buddha se dirigió a los bhikkhus:
—¡Bhikkhus!
—Venerable señor —respondieron.
El Buddha dijo esto:
—Bhikkhus, os enseñaré el análisis de un pasaje de recitación. Escuchad y prestad mucha atención, yo hablaré.
—Sí, señor —respondieron.
El Buddha dijo esto:
—Un bhikkhu debe examinar los fenómenos de tal manera que su conciencia no se distraiga o descarrile por los fenómenos objetivos, ni esté ansiosa por aferrarse, de modo que se agite. Si sigue este método y deja de estar ansiosa, no hay para él origen del sufrimiento, ni del renacimiento, ni de la vejez ni de la muerte en el futuro.
Eso es lo que dijo el Buddha. Cuando hubo hablado, el Bendito se levantó de su asiento y entró en su alojamiento.
Poco después de que el Buddha se fue, esos bhikkhus consideraron: «El Buddha dio este breve pasaje para que se recitara, luego entró en su alojamiento sin explicar el significado en detalle. ¿Quién puede explicar en detalle el significado de este breve pasaje para recitar dado por el Buddha?».
Entonces esos bhikkhus pensaron: «El venerable Mahākaccāna es alabado por el Buddha y estimado por sus sensatos compañeros renunciantes. Es capaz de explicar en detalle el significado de este breve pasaje para recitar dado por el Buddha. Vayamos con él y preguntémosle sobre este asunto».
Luego, esos bhikkhus fueron a Mahākaccāna e intercambiaron saludos con él. Cuando terminaron los saludos y la conversación cortés, se sentaron a un lado. Le contaron lo que había sucedido y le dijeron:
—Que el venerable Mahākaccāna nos explique esto.
—Venerables, supongamos que hay una persona que necesita duramen. Y mientras deambula en busca de duramen, se encuentra con un gran árbol de pie con duramen. Pero pasa por alto las raíces y el tronco, imaginando que el duramen debería buscarse en las ramas y hojas. Así sucede con vosotros, venerables. Aunque estabais delante del Buddha, pasasteis de largo, imaginando que deberíais preguntarme a mi sobre este asunto. Pero él es el Buddha, el que conoce y ve. Él es la visión, es el conocimiento, es la verdad, es supremo. Él es el Maestro, el proclamador, el esclarecedor del significado, el otorgador de lo inmortal, el señor de la verdad, el Tathāgata. Aquel fue el momento de acercarse al Buddha y preguntarle sobre este asunto. Deberías recordar la respuesta del Buddha.
—Ciertamente él es el Buddha, el que conoce y ve. Él es la visión, es el conocimiento, es la verdad, es supremo. Él es el Maestro, el proclamador, el esclarecedor del significado, el otorgador de lo inmortal, el señor de la verdad, el Tathāgata. Aquel fue el momento de acercarse al Buddha y preguntarle sobre este asunto. Deberíamos haber recordado la respuesta del Buddha. Aun así, el Buddha alaba al venerable Mahākaccāna y sus sensatos compañeros renunciantes lo estiman. ¿Eres capaz de explicar en detalle el significado de este breve pasaje para recitar dado por el Buddha? Explica esto, si no es un problema.
—Bueno, venerables, escuchad y prestad mucha atención, hablaré.
—Sí, venerable —respondieron. El venerable Mahākaccāna dijo esto:
—Venerables, el Buddha dio este breve pasaje para que lo recitaran, luego entró en su alojamiento sin explicar el significado en detalle: «Un bhikkhu debe examinar los fenómenos de tal manera que su conciencia no se distraiga o descarrile por los fenómenos objetivos, ni se aferre a los anhelos, ni se involucre de modo que se agite. Si sigue este método y deja de estar ansiosa, no hay para él origen del sufrimiento, ni del renacimiento, ni de la vejez ni de la muerte en el futuro». Y así es como entiendo el significado detallado de este pasaje para la recitación.
—¿Qué significa que la conciencia está distraída o descarrilada por los fenómenos objetivos?
—Cuando un bhikkhu ve una imagen con su ojo, la conciencia corre tras el objeto visible, se regocija en el objeto visible y se une, se aferra y se vincula al disfrute del objeto visible. Entonces se dice que la conciencia está distraída o descarrilada por los fenómenos objetivos. Cuando escucha un sonido con su oído, la conciencia corre tras el objeto en busca de ese sonido, se regocija con este objeto y se une, se aferra y se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia está distraída o descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando huele un olor con la nariz, la conciencia corre tras el objeto de ese olor, se regocija en este objeto y se une, se aferra y se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia está distraída o descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando siente un sabor en la lengua, la conciencia corre tras el objeto de ese sabor, se regocija en este objeto y se une, se aferra y se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia está distraída o descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando siente un tacto contra el cuerpo, la conciencia corre tras el objeto de ese tacto, se regocija en este objeto y se une, se aferra y se vincula al placer de este objeto. Entonces se dice que la conciencia está distraída o descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando conoce una idea con el intelecto, la conciencia corre tras el objeto de esa idea, se regocija en este objeto y se une, se aferra y se vincula al disfrute de este objeto.
—¿Qué significa que la conciencia no está distraída ni descarrilada por los fenómenos objetivos?
—Cuando un bhikkhu ve una imagen con su ojo, la conciencia no corre tras el objeto visible, no se regocija en el objeto visible y no se une, ni se aferra ni se vincula al disfrute del objeto visible. Entonces se dice que la conciencia no está distraída ni descarrilada por los fenómenos objetivos. Cuando escucha un sonido con su oído, la conciencia no corre tras el objeto en busca de ese sonido, no se regocija con este objeto ni se une, ni se aferra ni se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia no está distraída ni descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando huele un olor con la nariz, la conciencia no corre tras el objeto de ese olor, no se regocija con este objeto ni se une, ni se aferra ni se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia no está distraída ni descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando siente un sabor en la lengua, la conciencia no corre tras el objeto de ese sabor, no se regocija con este objeto ni se une, ni se aferra ni se vincula al disfrute de este objeto. Entonces se dice que la conciencia no está distraída ni descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando siente un tacto contra el cuerpo, la conciencia no corre tras el objeto de ese tacto, no se regocija con este objeto ni se une, ni se aferra ni se vincula al placer de este objeto. Entonces se dice que la conciencia no está distraída ni descarrilada por fenómenos objetivos. Cuando conoce una idea con el intelecto, la conciencia no corre tras el objeto de esa idea, no se regocija con este objeto ni se une, ni se aferra ni se vincula al disfrute de este objeto.
—¿Y cómo se aferra a los fenómenos subjetivos?
—Tomemos el caso de un bhikkhu que, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entra y se sumerge en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirige la mente y la mantiene concentrada. Si entonces su conciencia corre tras ese placer y felicidad surgidos del retiro, y se ata, se aferra y se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, a medida que desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, entra y se sumerge en la segunda jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen de la concentración, con claridad y confianza internas, y con la mente concentrada, desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento. Si entonces su conciencia corre tras ese placer y felicidad surgidos del retiro, y se ata, se aferra y se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, con el desvanecimiento del placer, entra y se sumerge en la tercera jhāna, donde contempla con impasibilidad, diligente y decidido y siente el bienestar corporal del que los nobles declaran: «impasible y decidido, uno permanece en la felicidad». Si entonces su conciencia corre tras esa felicidad surgida del retiro, y se ata, se aferra y se liga al goce de esa felicidad surgida del retiro, se dice que se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, abandonando el placer y el dolor, y poniendo fin a la felicidad y la tristeza anteriores, entra y se sumerge en la cuarta jhāna, sin placer ni dolor, con pura impasibilidad y gnosis. Si entonces su conciencia corre tras esa impasibilidad surgida del retiro, y se ata, se aferra y se liga al goce de esa impasibilidad surgida del retiro, se dice que se aferra a los fenómenos subjetivos.
—¿Y cómo no se aferra a los fenómenos subjetivos?
—Tomemos el caso de un bhikkhu que, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entra y se sumerge en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirige la mente y la mantiene concentrada. Si entonces su conciencia no corre tras ese placer y felicidad surgidos del retiro, y no se ata, no se aferra ni se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que no se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, a medida que desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, entra y se sumerge en la segunda jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen de la concentración, con claridad y confianza internas, y con la mente concentrada, desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento. Si entonces su conciencia no corre tras ese placer y felicidad surgidos del retiro, y no se ata, no se aferra ni se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que no se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, con el desvanecimiento del placer, entra y se sumerge en la tercera jhāna, donde contempla con impasibilidad, diligente y decidido y siente el bienestar corporal del que los nobles declaran: «impasible y decidido, uno permanece en la felicidad». Si entonces su conciencia no corre tras esa felicidad surgida del retiro, y no se ata, no se aferra ni se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que no se aferra a los fenómenos subjetivos.
Además, abandonando el placer y el dolor, y poniendo fin a la felicidad y la tristeza anteriores, entra y se sumerge en la cuarta jhāna, sin placer ni dolor, con pura impasibilidad y gnosis. Si entonces su conciencia no corre tras esa impasibilidad surgida del retiro, y no se ata, no se aferra ni se liga al goce de ese placer y felicidad surgidos del retiro, se dice que no se aferra a los fenómenos subjetivos.
—¿Y cómo está ansiosa por aferrarse, de modo que se agita?
—Es cuando una persona común y sin educación no conoce a los nobles, y no está capacitada ni entrenada en la Enseñanza de los nobles. No ha conocido a los nobles, ni está capacitado ni entrenado en la Enseñanza de los nobles. Considera las qualia como su yo, o cree que el yo tiene qualia, que las qualia están en el yo o que el yo está en las qualia. Pero esas qualia suyas decaen y perecen, y la conciencia se aferra a la desaparición de las qualia. Las ansiedades ocupan su mente, nacidas de aferrarse a la pérdida de las qualia y originadas de acuerdo con principios naturales. De modo que se asusta, se preocupa, se agita y se pone ansiosa debido al aferramiento. Considera la reacción emocional… la percepción… la situación condicional… la cognición como el yo, el yo teniendo cognición, la cognición en sí misma o el yo en la cognición. Pero esa cognición suya decae y perece, y la conciencia se aferra al perecimiento de la cognición. Las ansiedades ocupan su mente, nacidas de aferrarse a la pérdida de la cognición y originadas de acuerdo con principios naturales. De modo que se asusta, se preocupa, se agita y se pone ansiosa debido al aferramiento. Así es como está ansiosa por aferrarse, de modo que se agita.
—¿Y cómo no está ansiosa por aferrarse, de modo que no se agita?
—Es cuando un discípulo de los nobles culto ha conocido a los nobles y está capacitado y entrenado en la Enseñanza de los nobles. No considera que las qualia sean el yo, que el yo tenga qualia, que tenga qualia en el yo ni que el yo tenga las qualia. Cuando esas qualia suya se descompone y perece, la conciencia no se aferra a la desaparición de las qualia. Las ansiedades, nacidas de aferrarse a la desaparición de las qualia y originadas de acuerdo con los principios naturales, no ocupan su mente. Para que no se asuste, no se preocupe, no se agite ni se ponga ansiosa por aferrarse. No considera la reacción emocional… la percepción… la situación condicional… la cognición como el yo, el yo teniendo cognición, la cognición en el yo o el yo en la cognición. Cuando esa cognición suya decae y perece, la conciencia no se aferra al perecimiento de la cognición. Las ansiedades, nacidas de aferrarse a la pérdida de la cognición y originadas de acuerdo con los principios naturales, no ocupan su mente. Para que no se asuste, no se preocupe, no se agite ni se ponga ansiosa por aferrarse. Así es como no está ansiosa por aferrarse, de modo que no se agita.
El Buddha dio este breve pasaje para que lo recitaran, luego entró en su alojamiento sin explicar el significado en detalle: «Un bhikkhu debe examinar los fenómenos de tal manera que su conciencia no se distraiga o descarrile por los fenómenos objetivos, ni esté ansiosa por aferrarse, de modo que se agite». Si sigue este método y deja de estar ansiosa, no hay para él origen del sufrimiento, ni del renacimiento, ni de la vejez ni de la muerte en el futuro.
Y así es como entiendo el significado detallado de este pasaje para la recitación. Si lo deseáis, podéis ir al Buddha y preguntarle sobre esto. Debéis recordar la respuesta del Buddha.
—Sí, venerable —dijeron esos bhikkhus, aprobando y estando de acuerdo con lo que dijo Mahākaccāna. Luego se levantaron de sus asientos y fueron hacia donde estaba el Buddha, se inclinaron, se sentaron a un lado y le contaron lo que había sucedido, diciendo:
—Mahākaccāna nos explicó claramente el significado de esta manera, con estas palabras y frases.
—Mahākaccāna es inteligente, bhikkhus, tiene una gran sabiduría. Si vinierais a mí y me hicierais esta misma pregunta, la respondería exactamente de la misma manera que Mahākaccāna. Eso es lo que significa y así es como debéis recordarlo.
Eso es lo que dijo el Buddha. Satisfechos, los bhikkhus se alegraron con lo que dijo el Buddha.