En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta.
El Buddha dijo esto:.
—Bhikkhus, ¿cuándo existe qué cosa tal que por aferrarse a ella y mediante el aferramiento a ella, surge esta creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, la luna y las estrellas no salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar»?.
—Para nosotros, las cosas tienen su base en ti, Maestro. Eres nuestro guía y nuestro refugio. Sería bueno si pudieras explicarnos esto, ¡entonces recordaremos lo que digas! Eres nuestro guía y nuestro refugio. Señor, que el propio Buddha aclare el significado de esto. Los bhikkhus lo escucharán y lo recordarán.
—Entonces, bhikkhus, escuchad y poned mucha atención, yo hablaré.
—Sí, Maestro —respondieron.
El Buddha dijo esto:.
—Cuando las qualia existen, por aferrarse a las qualia y mediante el aferramiento a las qualia, surge esta creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, ni la luna ni las estrellas salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar». Cuando las reacciones emocionales… la percepción… la situación condicional… cuando la cognición existe, por aferrarse a la cognición y mediante el aferramiento a la cognición, surge esta creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, ni la luna ni las estrellas salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar».
¿Qué os parece, bhikkhus? ¿Son las qualia imperecederas o perecederas?.
—Son perecederas, Maestro.
—Pero si son perecederas, ¿son agradables o desagradables?.
—Desagradables, Maestro.
—¿Pero al no aferrarse a lo que es perecedero, es desagradable y es susceptible de venirse abajo, surgiría la creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, la luna y las estrellas no salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar»?.
—No, señor.
—¿Son las reacciones emocionales… la percepción… la situación condicional… la cognición, imperecederas o perecederas?.
—Son perecederas, Maestro.
—Pero si son perecederas, ¿son agradables o desagradables?.
—Desagradables, Maestro.
—¿Pero al no aferrarse a lo que es perecedero, es desagradable y es susceptible de venirse abajo, surgiría la creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, la luna y las estrellas no salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar»?.
—No, señor.
—Aquello que es visto, oído, pensado, conocido, buscado y explorado por la cognición: ¿es eso imperecedero o perecedero?.
—Es perecedero, Maestro.
—Pero si son perecederas, ¿son agradables o desagradables?.
—Desagradables, Maestro.
—¿Pero al no aferrarse a lo que es perecedero, es desagradable y es susceptible de venirse abajo, surgiría la creencia: «los vientos no soplan, los ríos no fluyen, las mujeres embarazadas no dan a luz, la luna y las estrellas no salen ni se ponen, sino que permanecen firmes como un pilar»?.
—No, señor.
—Cuando un discípulo de los nobles ha renunciado a la duda en estos seis casos, y ha renunciado a la duda sobre el sufrimiento, su origen, su cese y la práctica que lleva a su cese, se le llama noble discípulo que ha entrado en la corriente, no es susceptible de renacer en los planos de sufrimiento y está destinado a la iluminación.