SN 24.7: Corrupción

En Sāvatthī.

—Bhikkhus, cuando existe qué cosa que por aferrarse a ella y mediante el aferramiento a ella, surge la creencia: «no hay causa ni condición para la corrupción de los seres vivos. Los seres se corrompen sin causa ni razón. No hay causa ni condición para la purificación de los seres. Los seres se purifican sin causa ni razón. No hay poder, ni esfuerzo, ni fuerza ni vigor varonil. Todos los seres vivos, todas las criaturas vivientes, todas las vidas carecen de control, poder y esfuerzo. Moldeados por el destino, las circunstancias y la naturaleza, experimentan placer y dolor en las seis clases de renacimiento».

—Para nosotros, las cosas tienen su base en ti, Maestro. Eres nuestro guía y nuestro refugio. Sería bueno si pudieras explicarnos esto, ¡entonces recordaremos lo que digas!.

—Cuando las qualia existen, debido al aferramiento a las qualia y mediante el aferramiento a las qualia, surge la creencia: «no hay causa o condición… ellos experimentan placer y dolor en las seis clases de renacimiento». Cuando las reacciones emocionales… la percepción… la situación condicional… cuando la cognición existe, por aferrarse a la cognición y mediante el aferramiento a la cognición, surge la creencia: «no hay causa ni condición… experimentan placer y dolor en las seis clases de renacimiento».

¿Qué os parece, bhikkhus? ¿Son las qualia imperecederas o perecederas?.

—Son perecederas, Maestro.

—¿Son las reacciones emocionales… la percepción… la situación condicional… la cognición, imperecederas o perecederas?.

—Son perecederas, Maestro.

—Aquello que es visto, oído, pensado, conocido, buscado y explorado por la cognición: ¿es eso imperecedero o perecedero?.

—Es perecedero, Maestro.

—¿Pero al no comprender lo que es perecedero, es desagradable y es susceptible de venirse abajo, surgiría una creencia como ésta?.

—No, señor.

—Cuando un discípulo de los nobles ha renunciado a la duda en estos seis casos, y ha renunciado a la duda sobre el sufrimiento, su origen, su cese y la práctica que lleva a su cese, se le llama noble discípulo que ha entrado en la corriente, no es susceptible de renacer en los planos de sufrimiento y está destinado a la iluminación.

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