En Sāvatthī.
Entonces Uṇṇābha el brahmín se acercó al Buddha e intercambió saludos con él. Cuando terminaron los saludos y la conversación de cortesía, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:.
—Hay cinco sentidos, Gotama, cada uno con su propio campo y sus propias marcas, y no participan en los campos y marcas de los demás..
—¿Qué cinco?
—La vista, oído, olfato, gusto y tacto. ¿Dónde están enfocados estos cinco sentidos, Gotama, y quién experimenta los campos y las marcas exclusivas de estos sentidos?
—Es cierto que hay cinco sentidos, brahmán, que cada uno tiene su propio campo y sus propias marcas, y no participan en los campos y marcas de los demás. Y es cierto que son los sentidos la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Estos cinco sentidos están enfocados en la mente, brahmán, es la mente la que experimenta los campos y las marcas exclusivas de estos sentidos.
—Pero Maestro Gotama, ¿dónde se refugia la mente?
—La mente se refugia en la episteme.
—Pero, ¿dónde se refugia la episteme?
—La episteme se refugia en la liberación.
—¿Pero dónde se refugia la liberación?
—La liberación se refugia en Nibbāna.
—¿Pero dónde se refugia el Nibbāna?
—¡Esta pregunta va demasiado lejos, brahmán! No pudiste comprender el límite del interrogatorio. Porque el Nibbāna es la culminación, el destino y el fin de la formación.
Y luego el brahmín Uṇṇābha aprobó y estuvo de acuerdo con lo que dijo el Buddha. Se levantó de su asiento, hizo una reverencia y rodeó respetuosamente al Buddha, manteniéndolo a su derecha, antes de irse.
Entonces, no mucho después de que él se había ido, el Buddha se dirigió a los bhikkhus:.
—Supongamos que hubiera una cabaña o un salón con techo puntiagudo, con ventanas en el lado este. Cuando sale el sol y un rayo de luz entra por una ventana, ¿dónde se proyectaría?
—En el muro occidental, Maestro.
—De la misma manera, la confianza del brahmín Uṇṇābha en el Tathāgata está asentada, arraigada y plantada profundamente. Es fuerte y no puede ser cambiado por ningún asceta o brahmán o deva o Māra o Brahmā o por nadie en el mundo. Si muriera en este momento, no estaría atado por ningún grillete que pudiera devolverlo a este mundo.