En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Vesāli, en el Gran Bosque, en la sala con el techo puntiagudo. Entonces Ānandaka, el ministro Licchavi, se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.
El Buddha le dijo:
—Nandaka, un discípulo de los nobles que tiene cuatro cosas, es uno que ha entrado en la corriente, no es susceptible de renacer en los planos de sufrimiento y está destinado a la iluminación.
—¿Qué cuatro?
—Es cuando un discípulo de los nobles tiene una fe inquebrantable en el Buddha, en la Enseñanza y en el Saṅgha… y tiene la conducta ética amada por los nobles… que conduce a la contemplación. Un discípulo de los nobles que tiene estas cuatro cosas es uno que ha entrado en la corriente, no es susceptible de renacer en los planos de sufrimiento y está destinado a la iluminación. Un discípulo de los nobles que tiene estas cuatro cosas tiene garantizada una larga vida, belleza, felicidad, fama y soberanía, tanto humana como divina. Ahora, no digo esto porque lo haya escuchado de algún otro asceta o brahmán. Solo lo digo porque lo he conocido, visto y me di cuenta por mí mismo.
Cuando hubo hablado, cierta persona le dijo a Ānandaka:
—Señor, es hora de bañarse.
—Ahora no, amigo mío, no quiero ese baño exterior. Este baño interior me servirá, es decir, una fe inquebrantable en el Buddha.