—Bhikkhus, hay ascetas y brahmanes que no comprenden verdaderamente el sufrimiento, su origen, su cese y el camino. Miran el rostro de otro asceta o brahmán, pensando: «Seguramente éste sabe y ve».
Supongamos que hay un ligero mechón de algodón o ceiba que el viento levanta y aterriza en un terreno llano. El viento del este lo lleva al oeste, el viento del oeste lo lleva al este, el viento del norte lo lleva al sur, y el viento del sur la lleva al norte.
—¿Por qué es eso?
—Es porque el mechón de algodón es muy ligero.
De la misma manera, hay ascetas y brahmanes que no comprenden verdaderamente el sufrimiento, su origen, su cese y el camino. Miran el rostro de otro asceta o brahmán, pensando: «Seguramente éste sabe y ve».
—¿Por qué es eso?
—Es porque no han visto las cuatro nobles verdades.
Hay ascetas y brahmanes que entienden verdaderamente el sufrimiento, su origen, su cese y el camino. No miran el rostro de otro asceta o brahmán, pensando: «Seguramente éste sabe y ve».
Supongamos que hubiera un estaca de hierro o un poste sacrificial con cimientos profundos, firmemente incrustados, imperturbables e inquebrantables. Incluso si estallaran violentas tormentas desde el este, el oeste, el norte y el sur, no podrían hacer que temblara, se moviera o trepidara.
—¿Por qué es eso?
—Es porque ese poste sacrificial está firmemente incrustado, con cimientos profundos.
De la misma manera, hay ascetas y brahmanes que entienden verdaderamente el sufrimiento, su origen, su cese y el camino. No miran el rostro de otro asceta o brahmán, pensando: «Seguramente éste sabe y ve».
—¿Por qué es eso?
—Es porque han visto claramente las cuatro nobles verdades.
—¿Qué cuatro?
—Las nobles verdades del sufrimiento, su origen, su cese y el camino.
Por eso debéis practicar la contemplación.