Luego, el cabeza de familia Anāthapiṇḍika se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.
El Buddha le dijo:
—Cabeza de familia, cuando la mente está desprotegida, los actos del cuerpo, del habla y de la mente están desprotegidos. Cuando las acciones están desprotegidas, se corrompen. Cuando las acciones se corrompen, se pudren. Alguien cuyas acciones del cuerpo, del habla y de la mente estén podridas no tendrá una buena muerte.
Es como una casa con techo a dos aguas con mal tejado. El tejado, las vigas y las paredes están desprotegidos. Se empapan y se pudren.
De la misma manera, cuando la mente está desprotegida, las acciones corporales, verbales y mentales están desprotegidos… Alguien cuyas acciones del cuerpo, del habla y de la mente está podridas no tendrá una buena muerte.
Cuando la mente está protegida, las acciones corporales, verbales y mentales están protegidas. Cuando las acciones están protegidas, no se corrompen. Cuando las acciones no se corrompen, no se pudren. Alguien cuyas acciones del cuerpo, del habla y de la mente no estén podridas, tendrá una buena muerte. Es como una casa con techo a dos aguas con buen tejado. El tejado, las vigas y las paredes está protegidos. No se empapan y no se pudren.
De la misma manera, cuando la mente está protegida, las acciones corporales, verbales y mentales están protegidas… Alguien cuyas acciones del cuerpo, del habla y de la mente no estén podridas, tendrá una buena muerte.