Entonces, el venerable Mahākoṭṭhita se acercó al venerable Sāriputta e intercambió saludos con él. Cuando terminaron los saludos y las palabras de cortesía, Mahākoṭṭhita se sentó a un lado y le dijo a Sāriputta:
—Venerable, cuando los seis campos de los sentidos se han desvanecido y cesado sin que quede ni rastro, ¿queda algo más?
—No lo digas así, venerable.
—¿No queda nada más?
—No lo digas así, venerable.
—¿Queda algo y no queda nada al mismo tiempo?
—No lo digas así, venerable.
—¿Ni queda algo ni queda nada?
—No lo digas así, venerable.
—Venerable, cuando se te pregunta si, cuando los seis campos de los sentidos se han desvanecido y cesado sin que quede ni rastro, queda algo más, dices: «no lo digas así». Cuando se te pregunta si no queda nada más, dices: «no lo digas así». Cuando se te pregunta si queda algo y no queda nada al mismo tiempo, respondes: «no lo digas así». Cuando se te pregunta si ni queda algo ni queda nada, respondes: «no lo digas así». Entonces, ¿cómo debería ver el significado de esta declaración?
—Si dices que «cuando los seis campos de los sentidos se hayan desvanecido y cesado sin dejar rastro, queda algo más», es un pensamiento delirante. Si dices que «no queda nada más», es un pensamiento delirante. Si dices que «queda algo y no queda nada al mismo tiempo», es un pensamiento delirante. Si dices que «ni queda algo ni queda nada», es un pensamiento delirante.
Hasta donde se extiende la región de las seis esferas de los sentidos es hasta donde van todas las ilusiones. Hasta donde van todas las ilusiones es hasta donde se extiende la región de las seis esferas de los sentidos.
Con la extinción sin remanentes y con el cese de las seis esferas de los sentidos, hay un cese de las ilusiones, la extinción de las ilusiones.