Hubo un tiempo en que el Buddha se encontraba en la tierra de Māgadha en Andhakavinda. Entonces el venerable Ānanda se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.
El Buddha le dijo:
—Ānanda, esos bhikkhus que son jóvenes, que acaban de renunciar, recién llegados a esta Enseñanza y Disciplina deben ser alentados, apoyados y establecidos en cinco cosas.
—¿Qué cinco?
—Deben ser alentados, apoyados y establecidos en la moderación del código monástico: «Venerables, por favor, sed éticos. Vivid comedidos en el código de conducta, comportaos bien y buscad limosna en los lugares adecuados. Al ver el peligro en la más mínima falta, respetad las reglas que habéis asumido».
Deben ser alentados, apoyados y establecidos en la moderación de los sentidos: «Venerables, por favor vivid con las puertas de los sentidos vigiladas, alerta y en guardia, con la mente protegida, teniendo una mente resguardada por la práctica correcta».
Deben ser alentados, apoyados y establecidos para que hablen poco: «Venerables, por favor hablad poco. Limitad vuestra charla».
Deben ser alentados, apoyados y establecidos en el retiro: «Venerables, por favor vivid en la selva, frecuentad cobijos remotos en la naturaleza y en la selva».
Deben ser alentados, apoyados y establecidos en la creencia correcta: «Venerables, por favor mantened la creencia correcta y tened la creencia correcta».
Aquellos bhikkhus que son jóvenes, que acaban de renunciar, recién llegados a esta Enseñanza y Disciplina deben ser alentados, apoyados y establecidos en estas cinco cosas.