AN 5.179: Un laico

Luego, el cabeza de familia Anāthapiṇḍika, escoltado por unos quinientos seguidores laicos, se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.

Entonces el Buddha le dijo al venerable Sāriputta:

—Debes saber esto, Sāriputta, acerca de esos que visten las ropas blancas de un cabeza de familia cuyas acciones cumplen con los cinco preceptos y que alcanzan sin dificultad y sin problemas las cuatro contemplaciones relacionadas con la conciencia que proporcionan placer y que obtienen cuando quieren.

Pueden, si lo desean, declarar de sí mismos: «He terminado con el renacimiento en el infierno, el reino animal y el reino de los espíritus hambrientos. Terminé con todos los lugares de pérdida, los lugares malos, el inframundo. ¡Soy uno que ha entrado en la corriente! no soy susceptible de renacer en el inframundo y estoy destinado a despertar».

—¿Y cuáles son los cinco preceptos mediante los que restringe sus acciones?

—Cuando un discípulo de los nobles no mata seres vivos, no roba, no mantiene relaciones sexuales con la mujer de otro, no miente ni consume bebidas alcohólicas que causan ebriedad. Estos son los cinco preceptos mediante los que restringe sus acciones.

—¿Y cuáles son las cuatro contemplaciones relacionadas con la conciencia que proporcionan placer y que alcanzan cuando quieren, sin problemas ni dificultades?

—Es cuando un discípulo de los nobles está instruido, enraizado y afirmado en una fe inquebrantable en el Buddha: «Ese Bendito es un Digno, un Buddha completamente iluminado, realizado en conocimiento y conducta, bienaventurado, conocedor del mundo, guía incomparable para los que deben ser entrenados, maestro de devas y humanos, despierto, bendecido».

Ésta es la primera contemplación placentera en la vida presente relacionada con la conciencia, que se logra para purificar la mente no purificada y limpiar la mente impura.

Además, un discípulo de los nobles está instruido, enraizado y afirmado en una fe inquebrantable en la Enseñanza: «La Enseñanza está bien explicada por el Buddha, visible en esta misma vida, inmediatamente efectiva, que invita a la verificación, relevante, para que las personas sensatas puedan conocerla por sí mismo». Esta es la segunda contemplación placentera…

Además, un discípulo de los nobles está instruido, enraizado y afirmado en una fe inquebrantable en el Saṅgha: «El Saṅgha de los discípulos del Buddha está practicando de la manera correcta, directa, metódica y apropiada. Consiste en los cuatro pares, los ocho individuos. Este es el Saṅgha de los discípulos del Buddha que es digno de las ofrendas dedicadas a los devas, digno de hospitalidad, digno de limosna, digno de saludar con las palmas unidas, y es el campo de mérito supremo para el mundo». Esta es la tercera contemplación placentera…

Además, la conducta ética de un discípulo de los nobles es alabada por los nobles, inquebrantable, impecable, inmaculada y sin mancha, liberadora, alabada por la gente sensata, acertada y que conduce a la contemplación. Ésta es la cuarta contemplación en la vida presente relacionada con la conciencia, que se logra para purificar la mente no purificada y limpiar la mente impura.

Estas son las las cuatro contemplaciones relacionadas con la conciencia que proporcionan placer y que obtiene cuando quiere, sin problemas ni dificultades.

Debes saber esto, Sāriputta, acerca de aquellos que visten las ropas blancas de un cabeza de familia cuyas acciones cumplen con los cinco preceptos y que alcanzan sin dificultad y sin problemas las cuatro contemplaciones relacionadas con la conciencia que proporcionan placer y que obtienen cuando quieren.

Puede, si lo desea, declarar de sí mismo: «He terminado con el renacimiento en el infierno, el reino animal y el reino de los espíritus hambrientos». Terminé con todos los lugares de pérdida, los lugares malos, el inframundo. ¡Soy uno que ha entrado en la corriente! No soy susceptible de renacer en el inframundo y estoy destinado a despertar.

Al ver el peligro en los infiernos,

debes evitar las malas acciones,

tomando la Enseñanza de los nobles

una persona sabia debe evitarlas.

No debes dañar a los seres vivos,

en la medida de lo posible,

ni debes decir mentiras a sabiendas

o tomar lo que no se te da.

Satisfecho con sus propios socios,

debe mantenerse alejado de los socios de los demás.

Un hombre no debe beber alcohol o vino,

ya que confunden la mente.

Debes recordar al Buddha

y reflexionar sobre la Enseñanza.

Debes desarrollar una mente amable de bienestar,

que te lleve a los reinos de los devas.

Cuando las dádivas adecuadas para dar está disponibles

para alguien que quiere y necesita mérito,

la limosna es abundante

si se da primero a los nobles.

Hablaré de los pacíficos,

Sāriputta, escúchame.

Las vacas puede ser negras o blancas,

rojas o leonadas,

moteadas o uniformes

o del color de la paloma.

Pero cuando uno nace entre ellos,

el toro que se doma,

un gigante, poderoso,

con buen ritmo para avanzar,

le atan la carga solo a él,

independientemente de su color.

Lo mismo ocurre con los humanos,

donde sea que hayan nacido,

entre chatrias, brahmanes, comerciantes,

trabajadores o parias y carroñeros.

Pero cuando uno nace entre ellos,

domado, fiel a sus votos,

firme en enseñanza, logrado en conducta ética,

veraz, vergonzoso,

ha abandonado el nacimiento y la muerte,

y ha completado la vida de renuncia.

Con la carga puesta, desaferrado,

ha completado la tarea y está libre de las tendencias subyacentes.

Más allá de todas las cosas,

se extingue por no aferrarse.

En ese campo impecable,

La limosna es abundante.

Los tontos que no entienden,

estúpidos, sin educación,

dan sus dádivas a los extraños

y no atienden a los nobles.

Pero aquél que asiste a los nobles,

sabios, estimados como sabios,

y cuya fe en el Bienaventurado

tiene raíces profundas,

van al reino de los devas,

o nacen aquí en una buena familia.

Poco a poco,

esos sabios alcanzan el Nibbāna.

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