En cierta ocasión, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, el monasterio de Anāthapiṇḍika. Entonces el rey Pasenadi de Kosala se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.
Luego, un hombre se acercó al rey y le susurró al oído:
—Majestad, la Reina Mallikā ha fallecido.
Cuando se dijo esto, el rey Pasenadi se sintió miserable y triste. Se sentó con los hombros caídos, abatido, deprimido, sin nada que decir.
Sabiendo esto, el Buddha le dijo:
—Gran rey, hay cinco cosas que ningún asceta, brahmán, deva, Māra, Brahmā ni nadie en el mundo puede tener.
—¿Qué cinco?
—Que alguien sometido a la vejez no envejezca… Gemir y lamentarse no hace ni un poquito de bien…
—El resultado de las acciones es fuerte. ¿Qué puedo hacer ahora?