—Bhikkhus, hay cinco cosas que ningún asceta, brahmán, deva, Māra, Brahmā ni nadie en el mundo puede tener.
—¿Qué cinco?
—Que lo que está sometido a la vejez no envejezca. Que lo que está sometido a la enfermedad no se enferme… Que lo que está sometido a la muerte no muera… Que lo que está sometido a ser destruido no se destruya… Que lo que sometido a la desaparición no desaparezca…
Una persona común y corriente sin educación tiene a alguien sometido a la vejez que envejece. Pero no reflexiona así: «No soy solo yo el único que tiene a alguien sometido a la vejez que envejece. Mientras los seres vayan y vengan, mueran y renazcan, todos tienen a alguien sometido a la vejez que envejece. Si me lamentara, gimiera y sollozara, me golpeara el pecho y cayera en la confusión, sólo porque alguien sometido a la vejez, envejece, perdería el apetito y mi cuerpo se afearía. Mi trabajo no terminaría, mis enemigos se animarían y mis amigos se desanimarían». Y así, cuando alguien sometido a la vejez envejece y se lamenta, gime y solloza, se golpea el pecho y se perturba, se le llama una persona corriente sin educación, golpeada por la flecha envenenada del dolor, que solo se mortifica a sí misma.
Además, una persona corriente sin educación tiene a alguien sometido a la enfermedad, sometido a la muerte… sometido a la destrucción… sometido a la desaparición. Pero no reflexiona así: «No soy solo yo el único que tiene a alguien sometido a la muerte que muere. Mientras los seres vayan y vengan, mueran y renazcan, todos tienen a alguien sometido a la muerte que muere. Si me lamentara, gimiera y sollozara, me golpeara el pecho y cayera en la confusión, sólo porque alguien sometido a la muerte, muere, perdería el apetito y mi cuerpo se afearía. Mi trabajo no terminaría, mis enemigos se animarían y mis amigos se desanimarían». Y así, cuando alguien sometido a la muerte, muere, y se lamenta, gime y solloza, se golpea el pecho y se perturba, se le llama una persona corriente sin educación, golpeada por la flecha envenenada del dolor, que solo se mortifica a sí misma.
Un discípulo de los nobles aplicado, tiene a alguien sometido a la vejez que envejece. Y reflexiona así: «No soy solo yo el único que tiene a alguien sometido a la vejez que envejece. Mientras los seres vayan y vengan, mueran y renazcan, todos tienen a alguien sometido a la vejez que envejece. Si me lamentara, gimiera y sollozara, me golpeara el pecho y cayera en la confusión, sólo porque alguien sometido a la vejez, envejece, perdería el apetito y mi cuerpo se afearía. Mi trabajo no terminaría, mis enemigos se animarían y mis amigos se desanimarían».
Y así, cuando alguien sometido a la vejez envejece y no se lamenta ni gime ni solloza, ni se golpea el pecho y tampoco se perturba, se le llama un discípulo de los nobles aplicado, que ha sacado la flecha envenenada del dolor, golpeada por la cual la gente común sin educación solo se mortifica a sí misma.
Además, un discípulo de los nobles aplicado tiene a alguien sometido a la enfermedad… sometido a la muerte… sometido a la destrucción… sometido a la desaparición. Y reflexiona así: «No soy solo yo el único que tiene a alguien sometido a la muerte que muere. Mientras los seres vayan y vengan, mueran y renazcan, todos tienen a alguien sometido a la muerte que muere. Si me lamentara, gimiera y sollozara, me golpeara el pecho y cayera en la confusión, sólo porque alguien sometido a la muerte, muere, perdería el apetito y mi cuerpo se afearía. Mi trabajo no terminaría, mis enemigos se animarían y mis amigos se desanimarían».
Y así, cuando alguien sometido a la muerte, muere, y no se lamenta ni gime ni solloza, ni se golpea el pecho y tampoco se perturba, se le llama un discípulo de los nobles aplicado, que ha sacado la flecha envenenada del dolor, golpeada por la cual la gente común sin educación solo se mortifica a sí misma.
Sin dolor, libre de espinas, ese discípulo de los nobles alcanza el Nibbāna.
Estas son las cinco cosas que ningún asceta, brahmán, deva, Māra, Brahmā ni nadie en el mundo puede tener.
Gemir y lamentarse
no hace ni un poquito de bien.
Cuando saben que estás triste,
tus enemigos se animan.
Cuando una persona sabia
no vacila ante la adversidad,
puede evaluar lo que es beneficioso,
sus enemigos sufren al ver que su expresión normal no cambia.
Cantos, recitaciones, refranes,
donación o tradiciones:
si por medio de tales cosas te beneficias,
entonces sigue haciéndolo.
Pero si entiendes que «lo bueno no lo puedo tener yo ni nadie más»
debes aceptarlo sin lamentarlo,
pensando: «El resultado de las acciones es fuerte.
¿Qué puedo hacer ahora?».