En cierta época, el Buddha se encontraba entre los sākkas cerca de la pequeña aldea de Sāma, junto a un estanque de lotos.
Luego, a altas horas de la noche, un deva glorioso, iluminando todo el estanque de loto, se acercó al Buddha, se inclinó, se hizo a un lado y le dijo:
—Señor, hay tres defectos que conducen al declive de un bhikkhu.
—¿Qué tres?
—Disfruta del trabajo, de la conversación y del sueño. Estos tres defectos conducen al declive de un bhikkhu.
Eso fue lo que dijo ese deva, y el maestro lo aprobó. Entonces ese deva, sabiendo que el maestro lo aprobaba, se inclinó y respetuosamente rodeó al Buddha, manteniéndolo a su derecha, antes de desaparecer allí mismo.
Luego, cuando pasó la noche, el Buddha le contó a los bhikkhus todo lo que había sucedido, y agregó:
—Es una vergüenza para aquél de vosotros que hasta los devas sepan que está perdiendo cualidades meritorias. Os enseñaré otros tres defectos más que conducen al declive. Escuchad y prestad mucha atención, yo hablaré.
—Sí, señor —respondieron.
El Buddha dijo esto:
—¿Y cuáles, bhikkhus, son esos otros tres defectos que llevan al declive?
—Disfrutar de la compañía, ser difícil de amonestar y tener malos amigos. Estos tres defectos conducen al declive.
Ya sea en el pasado, en el futuro o en el presente, todos aquellos que declinan en las cualidades meritorias lo hacen debido a estos seis defectos.