En cierta ocasión, el Buddha se encontraba cerca de Vesāli, en el Gran Bosque, en la sala con el techo puntiagudo. Entonces el venerable Ānanda se acercó al Buddha, se inclinó, se sentó a un lado y le dijo al Buddha:
—Señor, ¿cuántas cualidades debería tener un bhikkhu para ser un consejero de bhikkhunīs?
—Ānanda, un bhikkhu con ocho cualidades puede aceptar ser un consejero de bhikkhunīs.
—¿Qué ocho?
—En primer lugar, un bhikkhu es ético, respetuoso con el código monástico, con buen comportamiento y con seguidores. Al ver el peligro en la más mínima falta, mantiene las reglas a las que se ha comprometido.
Aprende, recuerda y guarda lo aprendido. Estas Enseñanzas son buenas al principio, buenas en el medio y buenas al final, significativas y bien redactadas, y describen una práctica que es totalmente plena y pura. Es muy experto en tales enseñanzas, recordándolas, recitándolas, analizándolas mentalmente y entendiéndolas con la creencia correcta.
Ambos códigos monásticos le han sido transmitidos en detalle, bien analizados, bien dominados, bien juzgados tanto en las reglas como en el material que los acompaña.
Es un buen predicador. Su voz es pulida, clara, articulada y expresa el significado.
Es capaz de educar, alentar, animar e inspirar a la comunidad de bhikkhunīs.
Es agradable y amable para la mayoría de las bhikkhunīs.
Nunca antes ha acosado sexualmente a ninguna mujer vestida con la túnica amarillenta rojiza que haya renunciado en nombre del Buddha.
Ha sido ordenado hace veinte años o más.
Un bhikkhu con estas ocho cualidades puede aceptar ser un consejero de bhikkhunīs.