Esto he oído.
Hubo un tiempo en que los venerables Ānanda y Bhadda se alojaban en Pāṭaliputta, en el Parque de los Gallos. Un día, a última hora de la tarde, el venerable Bhadda salió del retiro, fue a ver al venerable Ānanda e intercambió saludos con él. Cuando terminaron los saludos y la conversación de cortesía, se sentó a un lado y le dijo a Ānanda:.
—Venerable Ānanda, el Buddha ha hablado de buena ética. ¿Cuál es su propósito?
—¡Bien, bien, venerable Bhadda! Tu enfoque y articulación son excelentes y es una buena pregunta. Porque preguntaste: «El Buddha ha hablado de buena ética. ¿Cuál es su propósito?».
—Sí, venerable.
—El Buddha ha hablado de una buena ética en la medida necesaria para desarrollar las cuatro instrucciones de la práctica.
—¿Qué cuatro?
—Es cuando un bhikkhu entrena con ahínco aplicando las instrucciones de la práctica del cuerpo en el cuerpo, apagando el fuego en la mente siendo consciente de las tendencias subyacentes y suprimiendo, mediante la Disciplina, el ansia que lleva a la conciencia al sometimiento. Entrena con ahínco aplicando las instrucciones de la práctica de las emociones en las emociones… de la mente en la mente… de los fenómenos, en el sentido de los factores de aferramiento a la existencia, en los fenómenos, apagando el fuego en la mente siendo consciente de las tendencias subyacentes y suprimiendo, mediante la Disciplina, el ansia que lleva a la conciencia al sometimiento. El Buddha ha hablado de una buena ética en la medida necesaria para desarrollar las cuatro instrucciones de la práctica.