Entonces un bhikkhu se acercó al Buddha, se inclinó, se sentó a un lado y le dijo:.
—Señor, que el Buddha me imparta brevemente la Enseñanza. Cuando la escuche, viviré solo, recogido, diligente, entusiasta y resuelto.
—Bueno, entonces, bhikkhu, debes comenzar por perfeccionar la base de todo lo que es bueno..
—¿Cuál es la base de todo lo que es bueno?
—Vive restringido en el código monástico, comportándote bien y buscando limosna en lugares adecuados. Al ver el peligro en la más mínima falta, respeta las reglas que has asumido. Cuando hayas hecho esto, debes desarrollar las cuatro instrucciones de la práctica, que dependen y se basan en la ética.
—¿Qué cuatro?
—Entrena con ahínco aplicando las instrucciones de la práctica del cuerpo en el cuerpo subjetivamente, apagando el fuego en la mente siendo consciente de las tendencias subyacentes y suprimiendo, mediante la Disciplina, el ansia que lleva a la conciencia al sometimiento. Entrena con ahínco aplicando las instrucciones de la práctica de las emociones en las emociones… de la mente en la mente… de los fenómenos, en el sentido de los factores de aferramiento a la existencia, en los fenómenos, apagando el fuego en la mente siendo consciente de las tendencias subyacentes y suprimiendo, mediante la Disciplina, el ansia que lleva a la conciencia al sometimiento.
Cuando desarrollas las cuatro instrucciones de la práctica de esta manera, dependiendo de la ética y basada en ella, puedes esperar un crecimiento, no una disminución, en las cualidades meritorias, ya sea de día o de noche.
Y entonces ese bhikkhu aprobó y estuvo de acuerdo con lo que dijo el Buddha. Se levantó de su asiento, hizo una reverencia y rodeó respetuosamente al Buddha, manteniéndolo a su derecha, antes de irse.
Entonces ese bhikkhu, que vivía solo, recogido, diligente, entusiasta y resuelto, pronto logró el fin supremo de la vida de renuncia en esta misma vida. Vivió habiendo logrado con sus habilidades paranormales la meta por la que los jóvenes de buena familia abandonan su hogar por la vida sin hogar.
Entendió: «El renacimiento ha terminado, se ha completado la vida de renuncia, lo que se tenía que hacer se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia». Y ese bhikkhu se convirtió en uno de los Dignos.