Entonces el Buddha, con la misma facilidad con que una persona fuerte extendería o contraería su brazo, desapareció de la arboleda de Jeta y reapareció entre los devas de los Treinta y Tres. Luego, varias deidades de la compañía de los Treinta y Tres se acercaron al Buddha, se inclinaron y se hicieron a un lado.
El Buddha les dijo:
—Venerables, es bueno tener una fe inquebrantable en el Buddha. Es la razón por la que algunos seres entran en la corriente, no son propensos a renacer en los planos de sufrimiento y está destinado a la iluminación. Es bueno tener fe en la Enseñanza… en el Saṅgha… y tener la conducta ética amada por los nobles… conduce a la contemplación. Es la razón por la que algunos seres han entrado en la corriente, no susceptibles de renacer en los planos de sufrimiento y está destinados a la iluminación.
—Buen señor, es bueno tener una fe inquebrantable en el Buddha… Es la razón por la que algunos seres entran en la corriente, no son propensos a renacer en los planos de sufrimiento y está destinados a la iluminación. Es bueno tener fe en la Enseñanza… en el Saṅgha… y tener la conducta ética amada por los nobles que conduce a la contemplación. Es la razón por la que algunos seres han entrado en la corriente, no susceptibles de renacer en los planos de sufrimiento y está destinados a la iluminación.