Hubo un tiempo en que el Buddha se encontraba cerca de Benarés, en el parque de ciervos de Isipatana. Allí, el Buddha se dirigió al grupo de cinco bhikkhus:
—Bhikkhus, estos dos extremos no deben ser cultivados por alguien que ha renunciado.
—¿Qué dos?
—La indulgencia para los placeres sensoriales, que es baja, indigna, ordinaria, innoble y sin sentido. Y la indulgencia para la mortificación, que es dolorosa, innoble y sin sentido. Evitando estos dos extremos, el Tathāgata despertó entendiendo el camino del medio, que proporciona intuición y episteme, y conduce a la paz, a las habilidades paranormales, a la iluminación y a Nibbāna.
—¿Y cuál es ese camino medio?
—Es, sencillamente, este noble óctuple camino, es decir: creencia correcta, disposición correcta, discurso correcto, acción correcta, conducta correcta, esfuerzo correcto, práctica correcta y concentración correcta. Este es el camino medio, que proporciona intuición y episteme y conduce a la paz, a las habilidades paranormales, a la iluminación y a Nibbāna.
Ahora bien, esta es la noble verdad del sufrimiento: renacer es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, la asociación con lo desagradable es sufrimiento, la separación de lo querido es sufrimiento, no conseguir lo que deseas es sufrimiento. En resumen, los cinco factores del aferramiento a la existencia son desagradables.
Ahora bien, esta es la noble verdad del origen del sufrimiento: es el ansia que conduce al renacimiento futuro, mezclado con el gusto y el deseo, disfrutando de varios reinos diferentes. Es decir, ansia de placeres sensoriales, el ansia por renacer y el ansia de riquezas.
Ahora bien, esta es la noble verdad del cese del sufrimiento: es la desaparición y el cese de esa misma ansia sin que quede nada, dejarla, soltarla, abandonarla y no agarrarla.
Ahora bien, esta es la noble verdad de la práctica que conduce al cese del sufrimiento: es, sencillamente, este noble óctuple camino, es decir: creencia correcta, disposición correcta, discurso correcto, acción correcta, conducta correcta, esfuerzo correcto, práctica correcta y concentración correcta.
«Esta es la noble verdad del sufrimiento». Tal fue la visión, el entendimiento, el conocimiento, la sabiduría y la visión que surgieron en mí acerca de las Enseñanzas que no aprendí de nadie. «Esta noble verdad del sufrimiento debe ser comprendida con precisión». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad del sufrimiento se ha comprendido con precisión». Tal fue la intuición que surgió en mí…
«Ésta es la noble verdad del origen del sufrimiento». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad del origen del sufrimiento debe ser abandonada». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad del origen del sufrimiento ha sido abandonada». Tal fue la intuición que surgió en mí…
«Ésta es la noble verdad del cese del sufrimiento». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad del cese del sufrimiento debe realizarse». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad del cese del sufrimiento se ha realizado». Tal fue la intuición que surgió en mí…
«Esta es la noble verdad de la práctica que conduce al cese del sufrimiento». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad de la práctica que conduce al cese del sufrimiento debe desarrollarse». Tal fue la intuición que surgió en mí… «Esta noble verdad de la práctica que conduce al cese del sufrimiento ha sido desarrollada». Tal fue la visión, el entendimiento, el conocimiento, la sabiduría y la visión que surgieron en mí acerca de las Enseñanzas que no aprendí de nadie.
Mientras mi verdadera episteme e intuición acerca de estas cuatro nobles verdades no estuvieran completamente purificadas en estas tres perspectivas y doce aspectos, no anuncié mi suprema y perfecta iluminación en este mundo con sus devas, Māras y Brahmās, este mundo con sus ascetas y brahmanes, sus devas y humanos.
Pero cuando mi verdadera episteme e intuición sobre estas cuatro nobles verdades se purificaron por completo en estas tres perspectivas y doce aspectos, anuncié mi suprema y perfecta iluminación en este mundo con sus devas, Māras y Brahmās, este mundo con sus ascetas y brahmanes, sus devas y humanos.
La episteme y la intuición surgieron en mí: «Mi liberación es inquebrantable, este es mi último renacimiento, ahora no hay más vidas futuras».
Eso es lo que dijo el Buddha. Satisfecho, el grupo de cinco bhikkhus estaba contento con lo que dijo el Buddha.
Y mientras se hablaba este discurso, la intuición pura e inmaculada de la Enseñanza surgió en el venerable Koṇḍañña: «Todo lo que tiene un principio tiene un final».
Y cuando el Buddha puso en marcha la Rueda de la Enseñanza, los devas de la tierra lanzaron el grito: «Cerca de Benarés, en el parque de ciervos en Isipatana, el Buddha puso en marcha la Rueda suprema de la Enseñanza. Y esa rueda no la puede hacer retroceder ningún asceta, brahmán, dios, Māra, Brahmā ni nadie en el mundo».
Al escuchar el grito de los Devas de la Tierra, los Devas de los Cuatro Grandes Reyes… los Devas de los Treinta y Tres… los Devas de Yāma… los Devas Gozosos… los Devas que Aman Crear… los Devas que Controlan las Creaciones de Otros… la hueste de Devas de Brahmā lanzó el grito: «Cerca de Benarés, en el parque de ciervos de Isipatana, el Buddha ha hecho rodar la Rueda suprema de la Enseñanza. Y esa rueda no la puede hacer retroceder ningún asceta, brahmán, dios, Māra, Brahmā ni nadie en el mundo».
Y así, en ese momento, en ese instante, el grito se elevó hasta el reino de Brahmā. Y los diez mil mundos se sacudieron, agitaron y temblaron. Y una luz inmensa y magnífica apareció en el mundo, superando la gloria de los devas.
Entonces el Buddha se inspiró para exclamar: «¡Koṇḍañña realmente ha entendido! ¡Koṇḍañña realmente lo ha entendido!».
Y así es como el venerable Koṇḍañña llegó a ser conocido como «Koṇḍañña quien entendió».