—Bhikkhus, he aprendido estas dos cosas por mí mismo: estar insatisfecho con la doctrina del mérito y no ceder ante el esfuerzo más duro.
Nunca cedí ante el esfuerzo más duro, pensando: «¡Aunque solo queden de mí piel, tendones y huesos! ¡Aunque la carne y la sangre se consuman en mi cuerpo, no dejaré de intentarlo hasta que haya logrado lo que es posible mediante la fuerza, la energía y el vigor humanos!».
Con un entrenamiento tan diligente logré el despertar, y con un entrenamiento tan diligente logré la incomparable liberación de las adicciones.
Si tú tampoco dejas de intentarlo, piensa: «¡Aunque solo queden de mí piel, tendones y huesos! ¡Aunque la carne y la sangre se consuman en mi cuerpo!». «No dejaré de intentarlo hasta que haya logrado lo que es posible mediante la fuerza, la energía y el vigor humanos». Pronto lograrás el fin supremo de la vida de renuncia en esta misma vida. Y vivirás habiendo logrado con tu propia episteme la meta por la que los señores, acertadamente, pasan de la vida hogareña a la vida sin hogar.
Entonces debéis entrenar así: «Nunca dejaremos de intentarlo, pensando: ¡Aunque solo queden de mí piel, tendones y huesos! ¡Aunque la carne y la sangre se consuman en mi cuerpo, no dejaré de intentarlo hasta que haya logrado lo que es posible mediante la fuerza, la energía y el vigor humanos!». Así es como deberéis entrenar.