AN 3.127: Con Hatthaka

En cierta ocasión, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, el monasterio de Anāthapiṇḍika.

Más tarde, a altas horas de la noche, el glorioso deva Hatthaka, iluminando todo el bosque de Jeta, se acercó al Buddha. Pensando, «Me pondré en pie ante el Buddha», se hundió y se derritió, y no pudo quedarse quieto. Igual que cuando se vierte manteca o aceite sobre arena, se hunde y se derrite y no puede permanecer estable.

Entonces el Buddha le dijo a Hatthaka:

—Hatthaka, manifiéstate en una forma de vida sólida.

—Sí, señor —respondió Hatthaka. Se manifestó en una forma de vida sólida, se inclinó ante el Buddha y se hizo a un lado.

El Buddha le dijo:

—Hatthaka, me pregunto si todavía practicas ahora las enseñanzas que practicaste cuando eras un ser humano.

—Todavía practico ahora las enseñanzas que practiqué como ser humano. Y también practico enseñanzas que no practiqué como ser humano. Así como el Buddha vive estos días atestado de bhikkhus, bhikkhunīs, laicos y laicas, por los gobernantes y sus ministros, y los maestros de otros caminos y sus discípulos, también vivo atestado de devas. Los devas vienen de lejos y piensan: «Escucharemos la Enseñanza en presencia de Hatthaka». Señor, fallecí sin tener suficiente de tres cosas.

—¿Qué tres cosas?

—Ver al Buddha, escuchar la verdadera Enseñanza, y servir al Saṅgha. Fallecí sin tener suficiente de estas tres cosas.

Nunca tuve suficiente

de ver al Buddha,

de servir al Saṅgha

o de escuchar la Enseñanza.

Entrenando en la ética superior, amando escuchar la verdadera Enseñanza, Hatthaka ha ido al reino de Aviha sin obtener suficiente de estas tres cosas.

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