Esto he oído.
En una ocasión, el Buddha estaba vagando por las tierras de Kosala junto con un gran Saṅgha de los bhikkhus cuando llegó a una ciudad de los kālāmas llamada Kesamutta. Los kālāmas de Kesamutta escucharon esto:
—Parece que el asceta Gotama, un sākka, procedente de una familia sākka, ha llegado a Kesamutta. Él tiene una buena reputación: «Ese Bendito es perfecto, un Buddha completamente despierto». Es bueno ver a personas tan perfectas.
Entonces los kālāmas se acercaron al Buddha. Antes de sentarse a un lado, algunos se inclinaron, algunos intercambiaron saludos y una conversación cortés, algunos alzaron sus palmas juntas hacia el Buddha, algunos anunciaron su nombre y clan, mientras que otros guardaron silencio. Sentados a un lado, los kālāmas le dijeron al Buddha:
—Hay, señor, algunos ascetas y brahmanes que vienen a Kesamutta. Explican y promueven solo su propia doctrina, mientras atacan, hablan mal, menosprecian y difaman las doctrinas de los demás. Luego, algunos otros ascetas y brahmanes llegan a Kesamutta. Ellos también explican y promueven sólo su propia doctrina, mientras atacan, hablan mal, menosprecian y difaman las doctrinas de los otros. Así que, señor, estamos dudando e inseguros. Nos preguntamos quién de estos respetados ascetas y brahmanes dice la verdad y quién miente.
—No hace falta decir, Kalamas, que estáis confundidos, no hace falta decir que tenéis dudas. Os ha surgido la duda sobre este asunto incierto.
Por favor, kālāmas, no os guiéis por transmisión oral, no os guiéis por el linaje, no os guiéis por rumores, no os guiéis por la autoridad canónica, no confiéis en la lógica, ni confiéis en la deducción, ni en consideraciones reflexionadas, no confiéis en estar de acuerdo con una opinión después de considerarla, no confiéis en una apariencia de competencia, o en pensar: «Este asceta es nuestro gurú».
Pero cuando sepáis por vosotros mismos: «Estas cosas son perjudiciales, reprobables, criticadas por las personas sensatas, y cuando se cometen, provocan daño y sufrimiento», entonces debéis renunciar a ellas.
¿Qué pensáis, kālāmas? ¿El ansia surge en una persona para su bienestar o para su perjuicio?
—Para su perjuicio, señor.
—Un individuo ansioso, vencido por el ansia, mata seres vivos, roba, tiene relaciones sexuales con la mujer de otro, miente y anima a otros a hacer lo mismo. ¿Eso lo lleva a su perjuicio y su desgracia?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, kālāmas? ¿la aversión surge en una persona para su bienestar o para su perjuicio?
—Para su perjuicio, señor.
—Un individuo aversivo, vencido por la aversión, mata seres vivos, roba, tiene relaciones sexuales con la mujer de otro, miente y anima a otros a hacer lo mismo. ¿Eso lo lleva a su perjuicio y su desgracia?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, kālāmas? ¿La ignorancia surge en una persona para su bienestar o para su perjuicio?
—Para su perjuicio, señor.
—Un individuo ignorante, vencido por la ignorancia, mata seres vivos, roba, tiene relaciones sexuales con la mujer de otro, miente y anima a otros a hacer lo mismo. ¿Eso lo lleva a su perjuicio y su desgracia?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, kālāmas, son estas cosas meritorias o perjudiciales?
—Perjudiciales, señor.
—¿Reprobables o intachables?
—Reprobables, señor.
—¿Criticadas o elogiadas por las personas sensatas?
—Criticadas por la gente sensata, señor.
—Cuando se cometen, ¿provocan daño y sufrimiento, o no? ¿o cómo veis esto?
—Cuando se cometen, provocan daño y sufrimiento. Así es como lo vemos.
—Entonces, kālāmas, cuando dije: Por favor, no os guiéis por transmisión oral, no os guiéis por el linaje, no os guiéis por rumores, no os guiéis por la autoridad canónica, no confiéis en la lógica, ni confiéis en la deducción, ni en consideraciones reflexionadas, no confiéis en estar de acuerdo con una opinión después de considerarla, no confiéis en una apariencia de competencia, o en pensar: «Este asceta es nuestro gurú».
Pero cuando sepáis por vosotros mismos: «Estas cosas son perjudiciales, reprobables, criticadas por las personas sensatas, y cuando se cometen, provocan daño y sufrimiento, entonces debéis renunciar a ellas». Eso es lo que dije y por eso lo dije.
Por favor, no os guiéis por transmisión oral, no os guiéis por el linaje, no os guiéis por rumores, no os guiéis por la autoridad canónica, no confiéis en la lógica, ni confiéis en la deducción, ni en consideraciones reflexionadas, no confiéis en estar de acuerdo con una opinión después de considerarla, no confiéis en una apariencia de competencia, o en pensar: «Este asceta es nuestro gurú».
Pero cuando sepáis por vosotros mismos: «Estas cosas son meritorias, irreprochables, alabadas por las personas sensatas, y cuando se realizan, conducen al bienestar y la felicidad», entonces debéis adquirirlas y conservarlas.
¿Qué opináis, kālāmas? ¿La satisfacción surge en una persona para su bienestar o para su perjuicio?
—Para su bienestar, señor.
—Un individuo que está contento, no dominado por el ansia, no mata seres vivos, no roba, no mantiene relaciones sexuales con la mujer de otro, no miente ni anima a otros a hacer lo mismo. ¿Eso conduce a su bienestar y felicidad duraderos?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, kālāmas? ¿la benevolencia surge en una persona para su bienestar o para su perjuicio?… ¿surge la comprensión en una persona para su bienestar o para su perjuicio? ¿Eso conduce a su bienestar y felicidad duraderos?
—Sí, señor.
—¿Qué pensáis, kālāmas, son estas cosas meritorias o perjudiciales?
—Sanas, señor.
—¿Reprobables o intachables?
—Intachables, señor.
—¿Criticadas o elogiadas por las personas sensatas?
—Elogiadas por la gente sensata, señor.
—Cuando las realizáis, ¿conducen al bienestar y la felicidad, o no? ¿o cómo veis esto?
—Cuando las realizamos, nos conducen al bienestar y la felicidad. Así es como lo vemos.
—Entonces, kālāmas, cuando dije: Por favor, no os guiéis por transmisión oral, no os guiéis por el linaje, no os guiéis por rumores, no os guiéis por la autoridad canónica, no confiéis en la lógica, ni confiéis en la deducción, ni en consideraciones reflexionadas, no confiéis en estar de acuerdo con una opinión después de considerarla, no confiéis en una apariencia de competencia, o en pensar: «Este asceta es nuestro gurú».
Pero cuando sepáis por vosotros mismos: «Estas cosas son meritorias, irreprochables, alabadas por las personas sensatas, y cuando se realizan, conducen al bienestar y la felicidad», entonces debéis adquirirlas y conservarlas.
Eso es lo que dije y por eso lo dije.
Entonces un discípulo de los nobles se deshace del deseo, se deshace de la aversión, no se confunde, está consciente y atento. Esparce pensamientos de benevolencia en una dirección, y en la segunda, y en la tercera, y en la cuarta. De la misma manera, arriba, abajo, a través, en todas partes, esparce pensamientos de benevolencia a todo el mundo: abundantes, expansivos, ilimitados, libres de enemistad y aversión.
Esparce pensamientos de misericordia en una dirección, y en la segunda, en la tercera y en la cuarta. De la misma manera, arriba, abajo, a través, en todas partes, esparce pensamientos de misericordia al mundo entero: abundantes, expansivos, ilimitados, libres de enemistad y aversión.
Esparce pensamientos de alegría en una dirección, y en la segunda, en la tercera y en la cuarta. De la misma manera, arriba, abajo, a través, en todas partes, esparce pensamientos de congratulaciones al mundo entero: abundantes, expansivos, ilimitados, libres de enemistad y aversión.
Esparce pensamientos de impasibilidad a una dirección, a la segunda, a la tercera y a la cuarta. De la misma manera, arriba, abajo, a través, en todas partes, esparce pensamientos de impasibilidad a todo el mundo: abundantes, expansivos, ilimitados, libres de enemistad y aversión.
Cuando ese discípulo de los nobles tiene una mente libre de enemistad y aversión, incorrupta y purificada, ha ganado cuatro consuelos en la vida presente.
«Si resulta que hay otro mundo, y las buenas y las malas acciones tienen como resultado, entonces, cuando el cuerpo se desintegre, después de la muerte, renaceré en un buen lugar, un reino celestial». Este es el primer consuelo que gana.
«Si resulta que no hay otro mundo, y las buenas y malas acciones no dan resultado, entonces en la vida actual me mantendré libre de enemistad y aversión, tranquilo y feliz». Este es el segundo consuelo que gana.
«Si resulta que a las personas que hacen cosas malas les pasan cosas malas, entonces, como no tengo mal disposición, y como no estoy haciendo nada malo, ¿cómo puede tocarme el sufrimiento?». Este es el tercer consuelo que gana.
«Si resulta que no les pasan cosas malas a las personas que hacen cosas malas, entonces todavía me veo puro por ambos lados». Este es el cuarto consuelo que gana.
Cuando ese discípulo de los nobles tiene una mente libre de enemistad y aversión, sin mancha y purificada, ha ganado estos cuatro consuelos en la vida presente.
—¡Eso es tan cierto, Bendito! ¡Eso es tan cierto, Santo! Cuando ese discípulo de los nobles tiene una mente libre de enemistad y aversión, sin mancha y purificada, ha ganado estos cuatro consuelos en la vida presente…
¡Excelente señor! ¡Excelente!. Nos refugiamos en el Maestro Gotama, en la Enseñanza y en el Saṅgha de los bhikkhus. A partir de este día, que el Buddha nos recuerde como seguidores laicos que se han refugiado de por vida.