AN 6.42: Con Nāgita

Esto he oído.

 En una ocasión, el Buddha estaba vagando por las tierras de Kosala junto con un gran Saṅgha de los bhikkhus cuando llegó a un pueblo de brahmanes de Kosala llamado Icchānaṅgala. Se quedó en un bosque cerca de Icchānaṅgala.

Los brahmines y cabezas de familia de Icchānaṅgala escucharon esto:

—Parece que el asceta Gotama, un sākka, procedente de una familia sākka, ha llegado a Icchānaṅgala. Se aloja en un bosque cerca de Icchānaṅgala. Él tiene esta buena reputación: «Ese Bendito es un Digno, un Buddha completamente iluminado, realizado en conocimiento y conducta, bienaventurado, conocedor del mundo, guía incomparable para los que deben ser entrenados, maestro de devas y humanos, despierto, bendecido. Ha conocido con sus habilidades paranormales, este mundo, con sus devas, Māras y Brahmās, en esta población con sus ascetas y brahmanes, devas y humanos, y lo da a conocer a otros. Él imparte la Enseñanza que es buena al principio, buena en el medio y buena al final, significativa y bien redactada, y explica una práctica que es completamente plena y pura. Es bueno ver a personas tan perfectas».

Y cuando pasó la noche, los brahmanes cabezas de familia de Ichchhanangala, llevando consigo una gran cantidad de diversos alimentos, fueron al bosquecillo de Ichchanangala. Se detuvieron cerca de la entrada, haciendo un ruido y un estruendo terribles. Para ese momento, el venerable Nāgita era el asistente del Buddha. El Buddha le dijo a Nāgita:

—Nāgita, ¿quién está haciendo ese alboroto espantoso? ¡Uno pensaría que son pescadores que vienen de pescar!

—Señor, son estos brahmanes cabezas de familia de Icchānaṅgala. Ha traído muchos alimentos diferentes y están esperando fuera de las puertas queriendo ofrecérselos especialmente al Buddha y al Saṅgha de los bhikkhus.

—Nāgita, ojalá que nunca me vuelva famoso. Que la fama no me llegue. Quien puede obtener la felicidad de la renuncia, la felicidad del recogimiento, la felicidad de la paz, la felicidad de despertar cuando quiere, sin problemas o dificultades, puede recibir este asqueroso placer, este perezoso placer de adquisición, honor y alabanza.

—¡Señor, que el Bendito acceda ahora a aceptar sus ofrendas! ¡Que el Bienaventurado acceda! Ahora es el momento de que el Buddha acceda. Dondequiera que el Buddha vaya ahora, los brahmines cabezas de familia se inclinarán de la misma manera, al igual que la gente de la ciudad y del campo. Es como cuando llueve mucho y el agua fluye cuesta abajo. De la misma manera, dondequiera que el Buddha vaya ahora, los brahmanes cabezas de familia se inclinarán de la misma manera, al igual que la gente de la ciudad y del campo.

—¿Por qué es eso?

—Debido a la ética y la sabiduría del Buddha.

—Nāgita, ojalá que nunca me vuelva famoso. Que la fama no me llegue. Quien puede obtener la felicidad de la renuncia, la felicidad del recogimiento, la felicidad de la paz, la felicidad de despertar cuando quiere, sin problemas o dificultades, puede recibir este asqueroso placer, este perezoso placer de adquisición, honor y alabanza. Tomemos el caso de un bhikkhu que vive en las cercanías de una aldea a quien veo sentado inmerso en contemplación. Pienso para mí mismo: «Ahora un trabajador del monasterio, un novicio o un compañero practicante perturbarán a este venerable, sacándolo de esta concentración». Así que no me agrada que ese bhikkhu viva en las afueras de un pueblo.

Tomemos el caso de un bhikkhu en la selva a quien veo sentado asintiendo en concentración. Pienso para mí mismo: «Ahora, este venerable, habiendo disipado esa somnolencia y cansancio, integrará la percepción de la naturaleza». Así que me complace que ese bhikkhu esté viviendo en la selva.

Tomemos el caso de un bhikkhu en la selva a quien veo sentado sin estar sumergido en contemplación. Pienso para mí mismo: «Ahora bien, si la mente de este venerable no está sumergido en contemplación, se sumergirá, o si está inmersa en la contemplación, la preservará». Así que me complace que ese bhikkhu esté viviendo en la selva.

Tomemos el caso de un bhikkhu en la selva a quien veo sentado inmerso en contemplación. Pienso para mí mismo: «Ahora bien, este venerable liberará la conciencia no liberada o preservará la conciencia liberada». Así que me complace que ese bhikkhu esté viviendo en la selva.

Tomemos el caso de un bhikkhu que veo viviendo en las afueras de un pueblo recibiendo túnicas, limosnas, comida, alojamiento, medicinas y suministros para los enfermos. Al disfrutar de las posesiones, del honor y la popularidad, descuida el retiro y descuida los cobijos remotos en la selva y el bosque. Va a aldeas, pueblos y ciudades capitales y establece su hogar allí. Así que no me agrada que ese bhikkhu viva en las afueras de un pueblo.

Tomemos el caso de un bhikkhu a quien veo en la selva recibiendo ropas, limosnas, comida, alojamiento, medicinas y suministros para los enfermos. Alejándose de las posesiones, del honor y la popularidad, no descuida el retiro, ni descuida los cobijos remotos en la naturaleza y en la selva. Así que me complace que ese bhikkhu esté viviendo en la selva. Nāgita, cuando camino por una carretera y no veo a nadie delante o detrás, me siento relajado, porque asi puedo orinar o defecar sin problemas.

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