Entonces el venerable Ānanda se acercó al Buddha, se inclinó y se sentó a un lado.
El Buddha le dijo:
—Ānanda, declaro terminantemente que no se deben hacer cosas malas con el cuerpo, el habla y la mente.
—Entonces, señor, si alguien hace estas cosas que no deberían hacerse, ¿qué perjuicios debería esperar?
—Debe esperar estos perjuicios. Se culpa a sí mismo. Cuando se descubre, la gente sensata los critica. Tiene mala reputación. Se siente perdido cuando muere. Y cuando su cuerpo se desintegre, después de la muerte, renacerá en un lugar de pérdida, un mal lugar, el inframundo, el infierno. Estos son los perjuicios que deberían esperarse.
—Ānanda, declaro terminantemente que se deben hacer cosas buenas a través del cuerpo, del habla y de la mente.
—Señor, si alguien hace estas cosas que deberían hacerse, ¿qué beneficios debería esperar?
—Debe esperar estos beneficios. No se culpa a sí mismo. Cuando se descubre, la gente sensata lo elogia. Obtiene buena reputación. No se siente perdido cuando muere. Y con la desintegración del cuerpo, después de la muerte, renace en un buen lugar, un reino celestial. Estos son los beneficios que se deberían esperar.