AN 9.39: La guerra entre devas y asuras

—Hubo una vez, bhikkhus, una batalla entre los devas y los asuras. En esa batalla los asuras ganaron y los devas perdieron. Derrotados, los devas huyeron hacia el norte perseguidos por los asuras.

Entonces los devas pensaron: «Los asuras todavía nos persiguen. ¿Por qué no los enfrentamos en batalla por segunda vez?».

Y así se libró una segunda batalla entre los devas y los asuras. Y por segunda vez los asuras ganaron y los devas perdieron. Derrotados, los devas huyeron hacia el norte perseguidos por los asuras.

Entonces los devas pensaron: «Los asuras todavía nos persiguen. ¿Por qué no los enfrentamos en batalla por tercera vez?».

Y así se libró una tercera batalla entre los devas y los asuras. Y por tercera vez los asuras ganaron y los devas perdieron. Derrotados y aterrorizados, los devas huyeron directamente al castillo de los devas.

Cuando entraron en su castillo, pensaron: «Ahora estamos en un lugar seguro y los asuras no pueden hacernos nada». Los asuras también pensaron: «Ahora los devas están en un lugar seguro y no podemos hacerles nada».

En otra ocasión, se libró una batalla entre los devas y los asuras. En esa batalla los devas ganaron y los asuras perdieron. Derrotados, los asuras huyeron al sur perseguidos por los devas.

Entonces los asuras pensaron: «Los devas todavía nos persiguen. ¿Por qué no los enfrentamos en batalla por segunda vez?».

Y así se libró una segunda batalla entre los devas y los asuras. Y por segunda vez los devas ganaron y los asuras perdieron. Derrotados, los asuras huyeron al sur perseguidos por los devas.

Entonces los asuras pensaron: «Los devas todavía nos persiguen. ¿Por qué no los enfrentamos en batalla por tercera vez?».

Y así se libró una tercera batalla entre los devas y los asuras. Y por tercera vez los devas ganaron y los asuras perdieron. Derrotados y aterrorizados, los asuras huyeron directamente a la ciudadela de los asuras.

Cuando entraron en su ciudadela, pensaron: «Ahora estamos en un lugar seguro y los devas no pueden hacernos nada». Y los devas también pensaron: «Ahora los asuras están en un lugar seguro y no podemos hacerles nada».

De la misma manera, un bhikkhu, apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entra y se sumerge en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirige la mente y la mantiene concentrada. En ese momento, el bhikkhu piensa: «Ahora estoy en un lugar seguro y el Māra no puede hacerme nada». Y Māra el Malvado también piensa: «Ahora el bhikkhu está en un lugar seguro y no puedo hacerle nada».

Cuando, a medida que desaparece el direccionamiento de la mente sobre las formas en movimiento, un bhikkhu entra y se sumerge en la segunda jhāna… En la tercera jhāna… En la cuarta jhāna. En ese momento, el bhikkhu piensa: «Ahora estoy en un lugar seguro y el Māra no puede hacerme nada». Y Māra el Malvado piensa: «Ahora el bhikkhu está en un lugar seguro y no puedo hacerle nada».

Un bhikkhu, yendo totalmente más allá de las percepciones de las qualia, superando toda percepción sensorial, abandonando las distracciones, consciente de que «es un Lugar Vacío», entra y se sumerge en la dimensión de un Lugar Vacío. En ese momento se le llama un bhikkhu que ha cegado al Māra, que le ha sacado completamente los ojos y se ha ido donde el Maligno no le puede ver.

Un bhikkhu, yendo totalmente más allá de la dimensión de un Lugar Vacío, consciente de que «es un Lugar Sin Límites Conocidos», entra y se sumerge en la dimensión de un Lugar Sin Límites Conocidos… Yendo totalmente más allá de la dimensión de un Lugar Sin Límites Conocidos, consciente de que «no hay Ningún Lugar», entra y se sumerge en la dimensión de Ningún Lugar… Yendo totalmente más allá de Ningún Lugar, entra y se sumerge en la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia…

Yendo totalmente más allá de la Ausencia de los Factores de Aferramiento a la Existencia, entra y se sumerge en el cese de los factores de aferramiento a la existencia. Y mediante la episteme, sus tendencias subyacentes llegan a su fin.

En ese momento se le llama un bhikkhu que ha cegado al Māra, que le ha sacado completamente los ojos y se ha ido donde el Maligno no puede ver. Y ha traspasado el aferramiento al mundo.

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